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 domingo, 25 de junio de 2006  
A puro corazón, Argentina sufrió pero festejó
Argentina venció a México 2 a 1 y clasificó a cuartos. Ahora se viene Alemania

Mauricio Tallone / Ovación Mundial

Qué importa que el triunfo se consumó con el corazón en la boca y cuando los penales empezaban a golpear la puerta de las ilusiones de los argentinos. Tampoco interesa que se sudó más de la cuenta para sacarse de encima al incordio de rival que resultó México. Eso ya forma parte de una historia que pudo haber sido pero afortunadamente no se escribió. Ahora sólo queda espacio para el goce, para compartir el estallido visceral de un país por ese golazo eterno de Maxi Rodríguez cuando promediaba el primer tiempo suplementario. Argentina ya está en los cuartos de final tras un partido titánico y en el que se esforzó como nunca para cumplir con el cometido de seguir avanzando. El viernes espera Alemania, pero ya habrá tiempo para pensar en eso.

  Separada la hojarasca emocional, se impone contar que el partido arrancó haciéndole caso omiso a las especulaciones. Es que México fue el que mostró su prepotencia en los primeros minutos. Se animó a tomar de las solapas a Argentina y llevó el planteo al terreno de lo imprevisto. Para eso explotó a la perfección la fórmula que más conoce y que más réditos le dio: la pelota parada.

  Un centro desde la derecha de Pardo encontró la cabeza de Méndez para peinarla en el primer palo y la definición de Rafa Márquez ingresando por atrás y burlándose de la marca de Heinze.

  México se encontró impensadamente con el tesoro más preciado a los 6 minutos. Era una temeridad hablar de merecimientos, aunque con el correr del partido quedó en evidencia que Lavolpe hizo una lectura correcta de lo que proponía el trámite. Es que su equipo, por momentos, lució como un bloque granítico, que ajustó marcas en el medio y utilizó a Castro y Méndez como correcaminos por las bandas. La otra parte del plan consistió en dinamitarle la zona de maniobra a Maxi Rodríguez, Riquelme y Cambiasso.

  Es más, si Argentina no encontraba el rápido empate con un anticipo de Crespo a Borgetti a los 10, tal vez estas líneas se habrían escrito con otro tinte.

  Es que México jugó a cara de perro y cada vez que llovía un centro para la cabeza de Borgetti complicaba a Ayala y Heinze. El delantero fue una preocupación para la defensa argentina. Tuvo dos chances en las que exigió a Abbondanzieri y se las ingenió para transformarse en una presencia amenazante.

  Argentina tampoco se quedó atrás. Si bien México no se desarticulaba colectivamente, Crespo tuvo el triunfo en un mano a mano con Sánchez pero llegó muy desarmado para definir. El arquero mexicano también le ahogó el grito a Saviola luego de una habilitación de Riquelme y envió al córner un remate de Maxi.

  Era el tiempo del equipo de Pekerman. México empezó a sentir el desgaste. Méndez, Torrado (ingresó por Pardo en el primer tiempo) y Castro ya no pasaban con tanta velocidad la mitad de la cancha. Por eso Lavolpe buscó un revulsivo con Pineda y Zinha. A todo esto, Maxi ya se había estacionado por la derecha buscando imprimirle otra marcha a los avances. Pekerman también ayudó a la causa tocando tres teclas muy arriesgadas. Puso al tridente mágico: Tevez-Aimar-Messi y dejó en cancha a Riquelme.

  El equipo perdió equilibrio y sufrió sofocones, sobre todo cuando Pineda desbordó a Scaloni con caño incluido, envió un centro y el cabezazo de Fonseca se perdió cerca del palo derecho del Pato.

  Los 90 minutos terminaron empatados y el alargue se transformó en una prueba de resistencia mental y física. Argentina insinuó mejor, buscó a veces sin la mente lúcida, hasta que a los 98 llegó esa volea impresionante de ese jugador fantástico que es Maxi Rodríguez. Palo y a la bolsa. Nada mejor que un golazo de otro partido para depositar a la selección en los cuartos de final del Mundial. Ya habrá tiempo para pensar en Alemania. Es hora de disfrutar.


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A Maxi no le alcanza la voz para gritar su gol.

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