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 domingo, 25 de junio de 2006  
La familia del héroe
Los Rodríguez celebraron el golazo de Maxi y la felicidad invadió al barrio Bella Vista

Lucas Vitantonio / Ovación Mundial

José tiene 75 años y ayer por la tarde se acomodó frente al televisor para ver jugar a su nieto. Entre mate y mate observó con detenimiento el partido, jamás perdió la calma ni se dejó ganar por los nervios. El íntimamente sabía que Argentina tenía la carta ganadora, aunque prefería no adelantarse a los hechos. En el juego la historia venía mal, pero el equipo de Pekerman logró empatar enseguida y el suspenso se extendió al tiempo extra. Y allí, en el momento crucial del encuentro, la corazonada del abuelo se materializó. Su nieto Maximiliano Rodríguez, la gran revelación del equipo de José, clavó una bomba impresionante en el ángulo derecho del arco mexicano y selló el pasaporte albiceleste a los cuartos de final del Mundial.

  “Siento una emoción enorme. Es el gol más importante hasta ahora en la carrera de Maxi. Por lo menos es el que más grité. Tenía el pálpito y la ilusión de que el partido se podía definir con un gol de él y así ocurrió”, confesó José, el abuelo más feliz del mundo, ni bien finalizó el alargue ante México.

  Los Rodríguez se juntaron a ver el partido de la selección en la casa de los abuelos de Maxi, en el barrio rosarino de Bella Vista. Allí estuvieron la abuela Beatriz, los tíos Sergio, Gloria y Rubén y los primos Gabriel y Sergio.

  La familia le hizo el aguante a Argentina y, por supuesto, hizo fuerza para que las cosas le fueran bien a la Fiera. El gol mexicano fue un balde de agua fría y el empate de Crespo significó un alivio impostergable. Los mates y las medialunas se consumían al igual que el tiempo de juego y nadie se animaba a cambiar de lugar para evitar que algún demonio metiera la cola en la suerte de la selección.

  Y llegó el momento soñado, sublime, histórico. Maxi cobijó la pelota en el pecho y sin dejarla picar sacó un misil con la pierna izquierda que perforó la resistencia mexicana. Golazo y lágrimas. Alegría y desahogo. Felicidad y abrazo a la distancia para el Rodríguez más famoso de la guía.

  El abuelo sintió caer las lágrimas y enseguida recordó: “Le enseñé a patear con la izquierda en un pasillo porque con la derecha nació sabiendo. Y mirá el gol que hace hoy”.

  En el entretiempo del suplementario sonó el teléfono sin parar. Uno de esos llamados era desde Alemania, más precisamente desde el estadio donde se jugaba el partido. Era Claudia, la mamá de Maxi, que desde el mismísimo escenario de la hazaña quiso compartir la alegría con los suyos. “Esto es una fiesta total y un griterío impresionante”, contó desde Leipzig luego del gol de Maxi.

  La abuela Beatriz era la más emocionada y con la voz entrecortada confesó: “Es un orgullo el gol de Maxi. Me siento parte de esta victoria de la selección”.

  Llegó el final del partido y más de un centenar de vecinos coparon la cuadra de los Rodríguez. Abrazaron y besaron a sus abuelos. La barriada derrochaba felicidad y no era para menos. “Su nieto me va a reventar el corazón”, o “cómo lloré con el gol de Maxi”, o “qué golazo hizo este loco”, fueron algunas de las frases que los vecinos les dijeron a los familiares de la Fiera.

  En definitiva, el vecino ilustre de Bella Vista escribió una página histórica en un Mundial y por eso, tal vez, todos se sintieron partícipes de la proeza.


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José se conmovió con el gol de Maxi.

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