Que Domingo Cavallo asume con la idea de intentar reactivar la economía nacional por una vía poco ortodoxa es la certeza más grande con la que se cuenta pasadas pocas horas desde su asunción como ministro de Economía, ante la ausencia del tradicional paquete de medidas que acostumbran a poner en marcha los jefes del Palacio de Hacienda cuando llegan al cargo. En la conferencia de prensa que brindó junto a su antecesor Ricardo López Murphy, pocas horas antes de asumir formalmente su gestión, Cavallo anticipó que no habrá que esperar una lista de anuncios, y se apresuró a pedir "poderes" al Congreso de la Nación para avanzar con su plan por medio de decretos.
Para calmar la incertidumbre, Cavallo aseguró que mantendrá a rajatabla su su hijo predilecto, el régimen de convertibilidad que sacó al país de la crisis hiperinflacionaria en 1991. "No va haber ninguna sorpresa, ni monetaria, ni cambiaria, ni fiscal, El ahorro de la gente, los precios, el tipo de cambio van a seguir igual por muchos años más", dijo, y después exageró: "La convertibilidad no va a ser abandonada nunca".
A diferencia del ajuste que planteó la semana pasada López Murphy y lo llevó a perder el cargo antes de arrancar, el camino que intenta recorrer Cavallo es más heterodoxo e incluye medidas que apunten a generar una reactivación por el lado de la oferta. El ministro quiere las manos libres para avanzar y por eso ayer pidió ayer el otorgamiento de plenos poderes para evitar eventuales frenos en el Parlamento.
Si bien las medidas de ajuste dictadas por el ex ministro López Murphy no alcanzaron a tener vigencia legal (ver aparte), Cavallo advirtió ayer por la mañana que el recorte podrá ser mucho peor si el Congreso no le cede las herramientas para llevar adelante su plan.
Si bien no habló de medidas económicas en concreto, Cavallo anticipó que habrá un ajuste de 3.000 millones de dólares en el presupuesto, o sea mil más que los que plantó su antecesor. De todos modos, las tijeras ya no afectarán partidas sensibles como las destinadas a la educación, ni tampoco fondos específicos ligados a la producción, como el del tabaco.
El primer proyecto de ley que preparaba anoche Cavallo contempla una fórmula de delegación parcial de las atribuciones del Congreso, que le permitirán al jefe del Palacio de Hacienda empezar con una reforma del Estado y atender algunas cuestiones impositivas.
El diputado nacional justicialista Oscar Lamberto, que ayer tuvo un encuentro junto a algunos de sus pares con el flamante ministro, dijo que "Cavallo quiere tener el inicio del plan en marcha para el 1º de abril. Si hay acuerdo político se puede lograr", y corroboró que la gestión de Cavallo "correrá más por la línea de la pro-producción que por criterios fiscalistas".
Las medidas que se cocinan
El plan económico que prepara Cavallo contiene guiños hacia los sectores de la producción. Se confirmó ayer la decisión de confirmar el rango del Ministerio de Infraestructura, que tiene en carpeta un plan de inversión oficial por 2.000 millones de pesos para este año, y revertir una decisión de su antecesor López Murphy de degradar de nivel las carteras de Industria y Agricultura. Lejos de aquella devaluación, con la gestión del nuevo ministro, el área productiva tendrá su propio ministerio, el de Agricultura, Ganadería y Pesca.
En la misma dirección se prepara una rebaja de impuestos destinadas a fomentar la inversión y una fuerte apuesta a que las empresas ganen eficiencia y vean reducidos sus costos intermedios de producción.
En este terreno se enmarcan la liberación de aranceles para la importación de bienes de capital, y estímulos fiscales a la inversión que permitan una amortización acelerada de los bienes.
Algunas medidas que se barajan tienen como destinatarias a las provincias. Se prevé una eliminación de ingresos brutos en las etapas intermedias (insumos y venta mayorista), que sólo quedaría aplicado a las ventas minoristas. Como en este caso el impacto en la recaudación de las provincias es importante, se prevé asignar una compensación vía coparticipación de otros impuestos.
También se baraja una eliminación de los régimenes de exención impositiva que rigen en algunas provincias, los dudosos régimenes de promoción industrial, que significarían un ingreso extra de casi 600 millones de pesos al año al erario público.
Con relación a los compromisos de coparticipación, Cavallo mantendrá la letra del Pacto Fiscal celebrado el año pasado entre Nación y provincias, que establece un congelamiento del gasto público durante los próximos cinco años. El nuevo ministro no quiere entrar en colisión con los estados provinciales, y por eso también se descarta la eliminación de los fondos productivos, como el del Tabaco y combustibles, que había aplicado su antecesor.
Dentro del terreno impositivo sí se podrían mantener algunos de los pasos en los que avanzó López Murphy, en el sentido de una generalización del IVA.
En relación a los aportes patronales, se baraja la posibilidad de avanzar en una rebaja progresiva que tenga como destinatario principal a las pymes.
En el ámbito de la recaudación, Cavallo prepara cambios radicales. Su plan prevé una privatización del cobro de los impuestos.
Aunque algunas versiones daban cuenta de un eventual aumento de los aranceles de importación como fórmula para proteger a la producción nacional, esa fórmula era descartada ayer entre los allegados a Cavallo. En cambio, sí promete hacer más eficientes los controles aduaneros y dar una "batalla a fondo" contra la evasión.
¿Cómo hará Domingo Cavallo para que le cierren las cuentas pactadas con el FMI? En primer lugar, intentará esquivar una renegociación con el organismo multilateral, aprovechando sus aceitados contactos con Washington. Aunque en la capital norteamericana no soplan buenos vientos para propiciar mecanismos de ayuda financiera directa, se evalúa que Cavallo tendría una moneda de cambio con un acercamiento a la posición estadounidense en la posición que se debate en torno a la conformación del Alca. Un alineamiento con Chile y México por fuera del Mercosur podría quitar las presiones financieras a un costado del escenario (se habla de 3.000 millones de dólares de asistencia), aunque seguramente tendrán un costo en la relación con Brasil.