Domingo Felipe Cavallo volvió una noche; nadie puede decir que no lo esperaban. "Es el peor día de mi vida. Tuvimos que llamar desesperados al tipo que hizo campaña en el exterior para que los mercados tumbaran a Alfonsín". La confesión de un viejo militante radical que relataba su depresión, es un símil del humor que se vive por estas horas en la inmensa mayoría de los comités. Pero más allá del desánimo que se pasea por las parroquias alfonsinistas, Cavallo podría decir: "¿Y a mí, por qué me miran?".
El sábado 17 de marzo, La Capital publicó que el resultado de las medidas que había difundido un día antes el entonces ministro de Economía, Ricardo López Murphy, era la última oportunidad que tenía la UCR para aprobar una materia que le fue desde siempre inexpugnable: la economía. Unas horas después, el gobierno dilapidó esa oportunidad, como antes había consumido una interminable lista de ministros, un ex vicepresidente, tres ajustes y 800 millones de dólares del mítico blindaje.
El hechicero del mercado
"Si dicen que el Mingo lo tumbó a Alfonsín, (los radicales) ahora deberán reconocer que los salvó de tener que entregar otra vez anticipadamente el gobierno", contragolpean desde una usina cavallista. Más allá de las chicanas, algunos datos son incontrastables. Cavallo, con su extraordinaria capacidad comunicacional y sus dotes de hechicero de los factores de poder, era la última bala de plata que le quedaba a un gobierno que parecía asistir impávido a su propio entierro.
La bulímica vocación de poder de Cavallo no se detiene en el Palacio de Hacienda. En todo caso es, una vez más, su plataforma de lanzamiento hacia lo que siempre soñó: la Presidencia de la Nación. Para que el sueño se plasme en realidad deberá sacar del naufragio a un gobierno que no es de su riñón y evitar que el odio sempiterno que le destilan los alfonsinistas no derive en una cuestión de Estado.
Sabedor de este cuadro de situación, el ex ministro de Menem se convirtió en el más férreo impulsor del regreso de Chacho Alvarez al gobierno, aunque por ahora el delarruismo le dijo que no.
La otra alianza
Pero en el Frepaso, fuera de Alvarez y su entorno, tienen ante sí un sapo indigerible. "Es imposible separar a Menem de Cavallo. El ingreso de Cavallo sería un retroceso para el país. Pensar en Cavallo es regresar al pantano (....) Pertenece a otra alianza. A la alianza que Menem hizo con Rico, Bussi y Alsogaray. Nosotros prometimos otra alianza". Lo dijo el intendente Hermes Binner, en una entrevista con La Capital, el 17 de diciembre de 2000. Ayer ratificó esos dichos.
Quien sí debe estar feliz con el ingreso del ahora reconvertido "heterodoxo" ministro es Carlos Reutemann, el gobernador que más entusiasmo despierta en Cavallo.
Lejos de la teoría de los círculos concéntricos que imaginaba Alfonsín (reservándole a su odiado adversario "neoliberal" el lugar más alejado del núcleo del poder), Cavallo está otra vez en el centro del ring. Y en el rol de "salvador", el que mejor juega y que más le gusta.