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 domingo, 05 de febrero de 2006  
Debate cárnico. Ganaderos e industriales opinan sobre la pelea del verano
Ganaderos: el gobierno vuelve a equivocarse

Angel Girardi y Cristián Bianchi (*)

La Asociación de Productores de Carne Bovina Argentina (Aprocaboa) rechaza la implementación de precios máximos de la carne a la salida del frigorífico.

Basta repasar lo hecho en nuestro país en la década del 60 y 70 para tener una mínima noción de las consecuencias a que conllevan tales políticas de Estado. Otrora fue la tristemente célebre "veda" de consumo para exportar lo máximo conforme a la crisis financiera de turno. Los argentinos debimos comer las "sobras" incomibles. En los noventa fue la mentira de un dólar, un peso. ¿Cuales fueron las consecuencias para el productor ganadero que trabaja de sol a sol y de lunes a domingo? El desaliento, el endeudamiento, la pérdida de esperanzas de ser protagonista de la creación de un país en serio, no de uno que vive a la deriva de los remiendos de los gobiernos de turno.

El gobierno se vuelve a equivocar al errar nuevamente el diagnóstico. No se puede ser cortoplacista y menos aún sin fundamento. A la producción se la debe estimular, seducir, y no ponerle topes o techos de crecimiento.

Este precio máximo de salida de carne que insólita e infundadamente alimenta el gobierno, no le asegura de ningún modo al consumidor una baja en los precios. Por el contrario, sí podemos decir que el productor estará hipotecando su futuro puesto que esta decisión trae nefastas consecuencias, porque para llevar un bife al plato del consumidor se necesita un tiempo mínimo desde la concepción a la faena de no menos de 28 meses.

Por ello, el planteo del gobierno se cae por su propio peso: seguro que en el corto plazo el precio bajará pero en el mediano y largo ciertamente aumentará, puesto que lo que no va haber son vacas y, pese a quien le pese, cualquiera sea el cerebro que asesore, todavía la ley de oferta y demanda no se puede manipular por decisiones sin fundamentos sólidos. El resultado de la historia nos da la razón, pues todo lo que se ha hecho de este modo sólo ha ocasionado terribles errores del pasado que hoy no debemos repetir, como los "AZOS" tan conocidos de fines de la mitad del siglo pasado.

La memoria presente nos muestra la Resolución 645 de la Secretaría de Agricultura, donde se establecen los pesos mínimos de faena, que antes de entrar en vigencia fue modificada dos veces, y provocó por su solo anuncio la estampida de los precios al faltar una categoría en el mercado de consumo.

Estas medidas erráticas y desacertadas sólo tienen por objeto un fin mediático instalado casi sin debate serio en el seno de nuestra sociedad, pero la consecuencia será negativa, ya que apuntará tan sólo a calmar demagógicamente un reclamo conyuntural no válido y su efecto será el de subsidiar a la industria en contra de la población y de la producción.

La solución de largo plazo pasa por el corto plazo, por tratar de incrementar el peso de faena, mediante incentivos de precios y no con valores máximos.

Sería bueno recurrir a las llamadas vacas de conserva para transformarlas en de consumo y así abastecer los cortes populares a menor precio.

La Argentina al ser un país exento de vaca loca, requiere medidas acorde a su status. Nuestras vacas son cuerdas, por favor conservemos siempre la cordura de ellas y no cometamos ninguna locura.

Por último, persistir con acuerdos y resoluciones equivocadas desconociendo las necesidades de la producción, nos van a hacer perder nuevamente la oportunidad histórica que hoy tiene la ganadería argentina para insertarse nuevamente en los mercados internacionales de carnes, ante las crisis de los principales exportadores mundiales como Brasil y los Estados Unidos.

La producción no tiene recuperos, (vísceras, cueros, etc.). Lo que sí tiene y no pierde es la esperanza de que alguna vez se piense en grande.

(*) Presidente y vice de la Asociación de Productores de Carne Bovina Argentina (Aprocaboa)
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