| domingo, 26 de septiembre de 2004 | | -"El dinero, el poder y la gloria no son para cualquiera", suele decirse. Un mal uso de esos bienes puede obnubilar la mente, ensoberbecer los corazones o simplemente distraer los pensamientos y las acciones y hacer que el nuevo rico pierda el rumbo y quede al fin más insatisfecho, preocupado y atrapado en redes de las que resulta difícil salir. Hay una historia bíblica que me contó un pastor (recordándome con maravillosa exactitud capítulos y versículos que he olvidado) sobre un rey y su administrador.
-Cuente la historia, Candi.
-"Había una vez un rey muy rico, pero muy infeliz que tenía un administrador. Y este administrador andaba en los caminos del Señor y era, con poco, muy feliz. Una y otra vez el rey se decía para sí: «¿Cómo puede ser éste tipo tan feliz cuando no tiene poder, carece de riquezas y sólo hace lo que le ordeno? Nada hay en el mundo que lo ponga desdichado». Harto de ser infeliz y ver a su administrador radiante y sabiendo que algo debería entristecer a su dependiente, un buen día el monarca le preguntó a su consejero que era muy astuto: «¿Qué debo hacer para ver a mi administrador atribulado?». El funcionario muy rápidamente le aconsejó: «Pues regálale 99 monedas de oro». El rey, asombrado replicó: «¡¿Qué dices, regalarle 99 monedas de oro y hacerlo más feliz?!». El hombre insistió: «Sigue mi consejo».
-¿Y el rey se las dio, Candi?
-En efecto, al otro día mandó a llamar al administrador y le dijo: "He aquí que te obsequio 99 monedas de oro con las que comenzarás a forjarte una fortuna". Más alegre que nunca, el administrador, maravillado, llegó a la casa y le contó a su familia lo que el rey había hecho con él.
-Imagino la alegría de todos.
-Nada de eso. Algunos familiares le dijeron: "¡Rey avariento e injusto, ¿sólo te ha regalado 99 monedas de oro? Merecías mucho más por tu abnegada labor y tu dedicación!". Reflexionó el administrador y se puso triste porque creyó que sus familiares y amigos tenían razón. ¿No valía su trabajo mucho más que un premio de 99 monedas de oro? Así que durante todo el día se la pasó despotricando contra el rey y con cara amarga pensando como le diría al monarca que en realidad él merecía al menos 100 monedas de oro.
-¿Y qué sucedió?
-Al otro día, cuando como todas las mañanas se acercó el administrador al trono para darle al rey las noticias del día, le dijo con cara seria: "Te agradezco las 99 monedas de oro, aunque estoy amargado y preocupado porque luego de pensar y pensar llegué a la conclusión de que merezco más que esto. ¿O acaso no soy merecedor de 100 monedas o más por mi dedicación?". Dicho esto añadió: "Pero deje usted, majestad, que yo mismo comenzaré a pergeñar acciones para lograr lo que creo me corresponde", y se marchó refunfuñando. Cuando el administrador se retiró el rey miró a su consejero y le dijo sonriente y complacido: "Tenías razón, nada como el oro para dibujar la preocupación en el rostro del un ser humano y sacarlo de su estado de paz".
-Esto del dinero y el poder, Candi, trae a mi memoria las últimas palabras de la reina Isabel I antes de su muerte: "Todas mis posesiones por un momento más".
-Hay políticos y políticas, empresarios y empresarias, comerciantes o en fin cualquier clase de personas que en determinado momento reciben poder y dinero. Si no se tiene la suficiente humildad de corazón y la sabiduría para conducirse con sosiego en la riqueza, es muy probable que la codicia, la avaricia, la avidez obnubile la mente, las preocupaciones se exacerben y se pierda de vista el amplio horizonte de la vida. Estas personas terminan abatidas, derrotadas y aun cuando rodeadas de cierto poder y dinero (que pueden perder por no expandir sosegadamente su visión de las cosas) la soledad las atrapa. Se confunde el medio con el fin en sí mismo y lejos de crecer el ser humano se viene en picada.
-Tener dinero es bueno, pero si se logra lo que dijo el filósofo y escritor español Fernando Salvater: "Mi sueño es el de Picasso: Tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres".
Candi II
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