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 domingo, 25 de noviembre de 2007  
[Nota de tapa] - el lejano oeste argentino
En el camino de los bandidos
Los nombres de Butch Cassidy y Sundance Kid perduran en relatos y leyendas. Y en un Simposio que reúne a investigadores, historiadores y descendientes

Osvaldo Aguirre / La Capital

Llegaron en 1901 y cuatro años después dejaron la cabaña que habían levantado junto al río Blanco y se perdieron de vista. Pero en realidad nunca se fueron. Butch Cassidy, Sundance Kid y Etta Place siguen presentes a través de múltiples relatos en el valle de Cholila, el lugar del noroeste de Chubut adonde acudieron en busca de refugio. En Estados Unidos los perseguían por asaltos a trenes y bancos, y en aquel rincón de la Patagonia fueron como tantos otros colonos que se aventuraban a poblar una tierra todavía sin dueño. Sus historias, y las de otros fugitivos de la ley, son el eje del Simposio sobre Bandoleros Norteamericanos en la Patagonia, un singular encuentro de historiadores, aficionados, escritores y familiares de los protagonistas que acaba de celebrar su cuarta edición precisamente en Cholila, el punto de partida de los bandidos en Argentina.

Los simposios se realizan desde 1997 y tienen como principal impulsor a Marcelo Gavirati, historiador de Puerto Madryn que logró rescatar el único expediente judicial que contiene datos sobre los bandidos. La cuarta edición fue convocada en homenaje de Raúl Cea, poblador de Cholila que a los 87 años conserva la memoria oral de los célebres personajes, tal como la recibió de su padre, Manuel Cea, amigo de Butch y Sundance.

Entre los invitados se contaron Paul Ernst —sobrino bisnieto de Sundance Kid— y su esposa Donna Ernst, autora de Sundance, My Uncle (Sundance, mi tío), quienes estuvieron por primera vez en la Argentina para presentar un exhaustivo recorrido de los pasos de aquel antepasado desde Pennsylvania a Cholila; Nancy Humphreys, nieta del comisario Eduardo Humphreys, en funciones en el oeste de Chubut a principios del siglo XX, y el geólogo Carlos Sheffield, nieto de Martin Sheffield, un norteamericano que es todavía el protagonista de muchas historias y leyendas en la zona, aunque no tuvo participación en los robos que los bandidos cometieron a su paso por el país.

La historia de Sheffield fue justamente el tema de la intervención de Juan Domingo Matamala, investigador de El Bolsón dedicado a la recopilación de testimonios orales. El Simposio también dio cabida a la ficción, con la presencia del novelista Carlos Dante Ferrari, autor de Los rifleros de Ffos Halen.

En el otro extremo, la chilena Danka Ivanoff Wellman se definió como “una investigadora que gusta de la historia documentada” al presentar una minuciosa recopilación de fuentes sobre el paso de los bandidos por su país. Y el inglés Mike Bell y los norteamericanos Anne Meadows —autora de Digging Up Butch & Sundance, el estudio más importante sobre la historia del dúo— y Daniel Buck apoyaron sus intervenciones en un arsenal de fotografías y postales de época y agudas observaciones sobre el objeto de estudio.

Más allá de las diferencias de enfoques y de opiniones, en el transcurso de las tres jornadas que insumió el Simposio, del 16 al 18 de noviembre, se afirmó cierto consenso: la historia contiene todavía muchas preguntas, dudas, incertidumbres. “Sabemos el dos por ciento de lo que ocurrió con Butch y Sundance —dijo Buck—. Y la mitad de lo que sabemos es incorrecto”. Un poderoso estímulo para continuar en el camino.


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Ayer. Sundance Kid, Etta o Ethel Place y Butch Cassidy tomando el té en su cabaña de Cholilla.

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