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domingo,
25 de
noviembre de
2007 |
Ganó Newell’s y alcanzó a Central en el promedio
Llegó poco pero jugó concentrado y sacó rédito al final. Y alcanzó a Central
Gustavo Conti / Ovación
Si otro fuera el contexto, quizás se antepondría la baja producción futbolística al resultado. Pero, ¿para qué preponderar esa preocupación, vieja por cierta, cuando lo único que realmente contaba era sumar de a tres? Ganó Newell’s. Y esa fue la noticia. Por primera vez en la temporada aprovechó la oportunidad que le daba el desarrollo de una fecha y alcanzó a uno de los rivales que divide el promedio de igual forma. Otro notición, amén de que se trate justamente de Rosario Central. Lo demás pasó a un razonable segundo plano. Y en todo caso, el alivio que le dio la sufrida victoria sobre Banfield por 1 a 0 debe potenciar de una vez por todas respuestas más sólidas en el juego. Pero será tarea para mañana.
A los 35 minutos del segundo tiempo no se veía cómo Newell’s podía traducir en poder aquello de querer. En verdad, los 80 minutos anteriores tampoco habían dejado la sensación de un desenlace deseable y mucho menos cómodo. Pero su mérito fue no haber perdido la concentración y aprovechar lo que en otras ocasiones, como ante Olimpo, tanto le costó: el error ajeno.
En un partido de “gol gana” queda claro que paga el que se equivoca. Lo hizo Banfield, lo aprovechó el equipo de Caruso Lombardi y rasgando muy a fondo habrá que encontrar otro sustento a esta victoria urgente.
La platea, impaciente, insultó a Vangioni cuando no pudo contener un cambio de frente y se le fue por un costado. Pero el bueno de Patiño le devolvió el alma al cuerpo. El lateral que tenía cómodo para Daniel Quinteros se lo dio a los pies de Zapata y el Pepi habilitó a Da Silva, quien tuvo la lucidez de hacer pasar de largo a Herner con un enganche y sacar un zurdazo raro, asediado por Barraza, que se le coló abajo y a la izquierda al sorprendido Lucchetti.
Con el gol, impensado porque Newell’s hasta ya había dejado de discutir tanto la posesión de pelota, afloró una virtud que inclusive potenció la que ya había mostrado hasta entonces pese a su escaso volumen de juego: el aplomo. Antes lo tuvo para no desesperarse pese a que Luccchetti aparecía cada vez más lejos, por lo que no se desordenó nunca defensivamente. Y luego lo usó para retener la pelota, buscar la falta corta y poner nervioso a su rival, donde Da Silva volvió a ser fundamental.
Y no mucho más que eso. Cuando Da Silva gritó hacía media hora que Lucero, con un zurdazo, había inquietado a Lucchetti por última vez. Antes, a los 39’, Broggi evitó que el paraguayo la empujara a la red luego de un brillante sombrero al arquero y tras recibir una asistencia de Zapata, en la más clara, cuando ya había quedado muy lejano el arranque con el arquero rival desparramado en un centro de Donnet y Lucero marrando de derecha.
Muy poco por cierto para las pretensiones de triunfo. Mientras que enfrente, un poco ambicioso Banfield, mostraba sin embargo tener mejor pie en el medio y en dos cabezazos de Civelli pudo hacer la diferencia. Pero a los 13’ la tiró afuera solito en el área chica y a los 69’ Villar se lo atajó.
Pero Newell’s no perdió la atención nunca, jugó como una final a diferencia de Banfield y sacó su diferencia por eso. Cuando no hay forma de hilvanar juego, son atributos que también abren caminos.
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Fotos
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Da Silva festeja su gol frente a la platea y Vázquez corre para abrazarlo.
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