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domingo,
17 de
junio de
2007 |
Un horizonte lejano
Intervenido y con pibes, Central se despidió con una derrota
Aníbal Fucaraccio / Ovación
La última fecha del Clausura obliga a la realización de balances. La derrota de los pibes canallas ante Colón lleva a matizar y suavizar las conclusiones por la convulsionada realidad que atraviesa Central. No se puede ser cruel con los más jóvenes. Sería una injusticia. Ellos no son culpables de nada. Son víctimas de un temporal indeseado, inoportuno y generado en los caprichos de escritorio que desplazó el horizonte auriazul muy lejos. Cerca de la resignación.
Este momento tiene responsables. Y no están dentro de la cancha. Son los que hicieron de Central un centro de noticias tribunalicias donde abundan los pedidos de detención. Donde las acusaciones ante los jueces son moneda corriente. Donde a los compañeros de fórmula hoy los une la traición. Donde la única vía de escape es la reducción de gastos, de sueldos y también de sueños.
Central tiene un presente intervenido judicialmente fruto de la mala administración. Y su crisis esboza un futuro que hipoteca ilusiones. Si no se ajusta a los lineamientos de la Justicia podría caer al precipicio del fideicomiso.
Entonces, hoy el equilibrio de la caja registradora es más importante que el vértigo de levantar trofeos. Hoy el libro de actas se comenta más que el de pases. Hoy los intereses de los acreedores están por encima del de los hinchas. Y en ese contexto, la única vía de escape que aparece es la apuesta por los pibes del club. “Es lo que hay”, se podría argumentar.
La jornada de ayer en Santa Fe fue una cruda muestra de ese aturdido transitar. Mientras el equipo entraba en calor en el gimnasio cubierto sabalero, la mayoría de los jugadores estaba atenta al arribo de Azconzábal, quien apenas llegó al estadio se arrimó a Castellano, Arrechea y Andrés Díaz para comentar los detalles del pago de la comisión provisoria, que se puso al día con los salarios pero no pudo hacerlo con los premios, lo que provocó el enojo de algunos de los referentes.
Lo cierto es que ayer cobraron sus salarios jugadores y empleados hasta el mes de mayo incluido, pero la deuda continúa. El viernes por la noche llegó el efectivo al búnker de Santa Fe desde Buenos Aires. Así, el vestuario visitante sabalero parecía Wall Street ya que había más gente hablando de dinero que de fútbol.
Así está Central. Intervenido, ahogado por urgencias institucionales y con la cabeza cosa. Pero con la bandera de la ambición que se resiste a caer. El futuro lo sostiene la dignidad de los pibes, la entereza de Ischia y el orgullo guerrero, los últimos bastiones. Así está Central. Con un horizonte lejano. Cada vez más lejano. l
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Ríos se lamenta. Moreira y Grabowski tratan de volver a jugar.
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