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 domingo, 08 de octubre de 2006  
[Nota de tapa] - Agenda secreta
Gerardo Young: "Nadie sabe nada de la Side"
El servicio de inteligencia más grande de la Argentina mantiene su perfil y su organización interna más allá de los cambios de gobierno. El periodista investigó su historia

Rodolfo Montes / La Capital

La Side, una organización pragmática, sin ideología, que se acomoda a los tiempos y se subordina "al que le da de comer, que un día te paga y al otro día te delata" fue la obsesión durante años de Gerardo Young, autor del libro de investigación periodística "Side, la Argentina secreta" (Planeta). El Servicio de Inteligencia más grande de la Argentina tiene 60 años de historia, muchos de ellos ignominiosos, 2.500 agentes que usan nombres falsos, 240 millones de pesos anuales de presupuesto, y desde hace más de 30 años, una matriz similar, autónoma, descontrolada, mercenaria.

Young, periodista de investigación de Clarín, donde trabaja desde 1993, escribió "el libro imposible", según su definición. Buscó y logró en gran medida sacar a la luz aquello que nació para permanecer en la oscuridad tras los muros de la Secretaría de Inteligencia del Estado, tal el nombre que se cifra en la sigla Side. A través de Jaime Stiuso, un personaje emblema del organismo, Young entró a la Side, contó centenares de operaciones y explicó por qué nada es tan distinto hoy respecto de lo que ocurría hace treinta años, cuando gobernaban los militares.

"En un momento pensé en hacer la biografía de Jaime Stiuso, pero luego comprendí que importa más el mito, lo que irradia, lo que se cree de él, antes que la verdad de su vida", explicó Young a Señales.

Una organización sin valores morales ni principios éticos dónde sólo cuentan los resultados. "La verdad no es importante, lo que vale es lo que genera, sus consecuencias. En el libro conté unas cien operaciones de la Side, y más allá de la precisión de los hechos -suelen circular diferentes versiones-, lo que vale es qué dejaron esas acciones", apuntó el periodista y ahora escritor.

"Mi primera gran sorpresa con el libro fue que nadie sabe nada sobre la Side. O muy poco. Sobre todo en la política. Además, dentro de la misma Side la información está compartimentada, y nadie sabe todo", abundó.

Si bien los espías se han constituído en una trama semi autónoma, que trascendió a los gobiernos, "la Side tiene el tamaño que tiene, y el presupuesto que tiene porque así lo fueron decidiendo los distintos presidentes. La Side es el chiche secreto de los presidentes. Debería salir de la órbita de presidencia y abandonar el espionaje político, que es gran parte de la basura", dijo Young.

-Kirchner propició cambios en estructuras militares y en la política de derechos humanos, pero la Side continúa sin modificaciones sustanciales. ¿Por qué?

-Porque evaluó que no le conviene y en Derechos Humanos esa puerta no se abre. Además, varios cambios de los que impulsó los hizo con la Side. Cuando echa a la cúpula de la Policía Federal, los legajos se los da la Side, cuando asciende o no a un coronel, le pide a la Side que le averigüe y cuando quiere operar sobre su enemigo Juan José Alvarez, recurre a la Side. La Side fue funcional a todos los presidentes, pero por las características de Kirchner -se maneja de un modo cerrado, sin reuniones de Gabinete, sin discusiones, sin conferencias de prensa- la Side le cae perfecto.

-¿En la Side continúan trabajando funcionarios que formaron parte de la etapa del terrorismo de Estado?

-Stiuso, por caso, entró en 1972 y fue mano derecha del general Martínez, que estuvo a cargo del servicio entre 1977 y 1983. El actual director de investigaciones complejas, el sector que apoya a la Justicia en temas de secuestros y otros casos graves, es el Gordo Miguel, que hoy anda armado por la vida, con documentos falsos y en autos con patentes truchas y fue chofer de Otto Paladino, el jefe de (centro clandestino de detención) Orletti. Con lo cual, es obvio que fue a Orletti decenas de veces. Y estamos hablando de los tipos más importantes de la Side de hoy. En los cuadros medios se entiende que continúan muchos personas comprometidas con aquella época.

-¿Qué rol tuvo la Side en el caso Amia?

-Era una época de cambios en el servicio. Vencido el movimiento carapintada, se quedaron prácticamente sin "enemigo" (en la época de Menem). Entonces inventaron lo de auxiliares de la justicia (época de Anzorreguy). Monopolizan las escuchas telefónicas e intervienen en investigaciones penales. En esa etapa la Side amplió de manera desmesurada su influencia, se convierte en policía, en seguridad, aumenta el presupuesto y controla, de paso, al Poder Judicial. En este contexto explotó la Embajada y explotó la Amia, que les explotó en la cara. Al iraní Moshen Rabbani (sospechado de colocar la bomba en la Amia) lo tenían filmado tres días antes del atentado.

-¿En el caso del asalto al regimiento de La Tablada en 1989, la Side también falló?

-Ellos analizaban que el movimiento de Gorriarán Merlo era funcional al gobierno, los dejaban caminar. Los veían útiles a la lógica de Alfonsín o caos, un gran operativo propagandístico de la época. La Side tenía los teléfonos pinchados de toda la conducción del Movimiento Todos por la Patria. Pero llegó el verano del 89 y un día dejaron de funcionar. "Se habrán ido de vacaciones", pensaron, pero a los tres días llegó el asalto al cuartel. El jefe de la Side de entonces, Facundo Suárez, le había entregado a Alfonsín un informe un mes antes que decía: "El MTP no tiene capacidad operativa."

-¿Para qué sirve un Servicio de Inteligencia?

-Para mantener relación con los servicios extranjeros, el contraespionaje, evitar que se instale la CIA acá, o que los servicios brasileros te copen la Cancillería, o evitar que los chilenos te copen la Cámara de Comercio. Son tareas inevitables, aunque no son simpáticas. Pero claro, no se necesitan para eso 2.500 personas, ni 240 millones de presupuesto.

-¿Con cuánto se atiende esos temas?

-Tal vez 200 o 500 personas, no lo sé. Pero seguro que 2.500 no.

-¿Cómo funciona la tarea de clasificación de datos en la Side?

-De manera polémica, y de algún modo ilegal. Se confeccionan carpetas con información de distintas personas. Por caso, un banquero que va a negociar con el presidente. Es lícito que el presidente quiera conocer con quién se va a sentar a negociar. Pero la clave es que no puede obtener esa información de un modo ilegal. La ley penaliza directamente la elaboración de carpetas, con lo cual ni siquiera se puede regular cómo deberían confeccionarse esas carpetas.

-Pero el sistema funciona así, de modo ilegal.

-Hay una gran hipocresía, todo es tolerado, aceptado, y al mismo tiempo sin control. El tema existe, pero nadie lo mira, que es la peor de las soluciones. Después, por supuesto, hay espionaje político, operaciones mediáticas y otras bestialidades que directamente no deberían ni entrar en consideración.

-En los casos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, ¿hubo relación con la Side?

-La Side estaba embarcada en crear el clima antipiquetero, de meter miedo con los piqueteros, sobre todo a la clase media de las cacerolas. Y le pasó un informe al gobierno que la marcha del puente Pueyrredón venía violenta. Lo curioso de todo es que el enlace de la policía provincial con la Side era el comisario Alfredo Fanchiotti, finalmente el asesino de los militantes.

-¿Cómo está hoy la práctica de entrega de coimas para algunos "periodistas" o gente de medios, una comentada tradición de la Side?

-Alfonsín tenía la idea de que los medios eran vitales para sostener el poder. Ahí empezaron a circular los "sobres" con fuerza, y la financiación de revistas. Luego, con Menem, en la abundancia de plata, eso se convirtió en una doctrina de Estado, un chiquero, mal. Después, De la Rúa quiso cortar los sobres, pero al poco tiempo empezó a notar que lo mataban de todos lados. Entonces revisó su política, pero usó un modo blanqueado: la publicidad, tercerizada. De esa etapa surgió la famosa lista de los 186 nombres, que venía de la época de Menem y a esta altura ya no está más disponible. Además de los periodistas hubo (con Menem) muchos amigos que cobraban: el Soldado Chamamé y el peluquero, entre otros.
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Misión imposible. El periodista Gerardo Young logra en su libro sacar a la luz situaciones que nacieron albergadas por la oscuridad.

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