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 domingo, 26 de septiembre de 2004

Fiesta de la fe. Estiman que 500 mil fieles participaron de la celebración del 21º aniversario de la primera aparición de María
Una multitud nunca vista veneró a la Virgen del Rosario de San Nicolás
Fieles de todo el país y del exterior vivieron un verdadero milagro de fe. Hoy se aguarda que lleguen otros miles

Osvaldo Flores / La Capital

San Nicolás. - Fue un espectáculo realmente indescriptible, una fiesta de la fe que no tiene parangón. Centenares de miles de devotos llegados desde las ciudades y pueblos más recónditos del país y hasta del exterior expresaron su amor incondicional a la Virgen del Rosario de San Nicolás, al cumplirse ayer 21 años de su primera aparición ante Gladys Motta, la vecina nicoleña que María eligió para que fuera el "puente de fe" con sus fieles. Estiman que unos 500 mil fieles participaron de la celebración, y que serán miles también los que hoy confluyan al Santuario.

Fueron centenares de miles de pañuelos saludando al milagro de la fe, rostros surcados por lágrimas de emoción y felicidad, millones de plegarias y una lluvia incesante de pétalos de rosa acariciando a la sagrada imagen. Fue, en resumen, un milagro de fe nunca antes visto.

La fiesta había comenzado en el primer minuto de ayer, cuando miles de promesantes participaron de la primera misa en el campito, oficiada por el obispo de San Nicolás, monseñor Héctor Cardelli. La multitudinaria procesión de antorchas y la emoción de la Misa Criolla entonada por Zamba Quipildor ya hacía presagiar la gran dimensión de esta jornada mariana.

A las 11 de la mañana ya era casi imposible transitar por las inmediaciones del templo. Los estacionamientos de colectivos y vehículos particulares estaban colapsados, e ingresar al camarín de la Virgen significaba toda una epopeya: más de ocho cuadras de cola separaban a los peregrinos del beso y los ruegos ante la imagen sagrada de María con el niño Jesús en brazos.

Desde todas las esquinas confluían multitudes de devotos. De Jujuy, Salta, Río Gallegos, Mendoza, Chubut o Misiones, de Maldonado (Uruguay), Santa Cruz (Bolivia) o Alegrete (Brasil). Cada uno con su propia misión de pedir o agradecer, pero todos coincidiendo en "el amor incondicional a esta Virgen milagrosa".

"Vengo de Orán, en Salta, como todos los 25 de septiembre desde hace cinco años. Es que la Virgen salvó a mi hijo cuando tuvimos que operarlo de una enfermedad mala, y desde entonces ya no le pido más nada y sólo vengo a agradecerle", contó Rosa a La Capital mientras su rostro cetrino desafiaba el implacable sol del mediodía en pleno campito.

Como siempre, el milagro de conseguir un trabajo fue uno de los más repetidos. Jaime, de José C. Paz, llegó hasta San Nicolás con ese ruego a flor de piel: "Es la primera vez que vengo, porque mis vecinos me dijeron que la virgencita hace milagros, y ya hace casi tres años que estoy viviendo de changas y no consigo un laburo fijo", se lamentó.

Mercedes y María del Carmen son de Río Cuarto. Mientras hacían cola para cargar sus bidones con agua bendita resumieron sus pedidos a la madre de Dios: "Tenemos familiares enfermos, así que venimos a pedir por salud, pero también a agradecer por haber podido llegar hasta aquí", expresaron.

A media cuadra de allí, frente a la casa de Gladys Motta, un muchacho casi arrodillado garabateaba en un papel: "Gracias por todo lo que me diste". Un minuto después la cartita se uniría a otras miles que se apilaban en el pequeño porch de la vivienda, que después del templo y el campito es el sitio más visitado por los peregrinos.

Mientras, centenares de puesteros hacían realidad su propio milagro: el de salvar el año con las ventas. Como en una Babel donde las imágenes religiosas conviven con las más paganas de las mercancías, los visitantes hacían las delicias de los feriantes en su afán por irse con al menos un recuerdo de su paso por San Nicolás.

Eran las tres de la tarde cuando la fiesta llegó a su más emocionante expresión. A esa hora, saludada por miles de pañuelos, la imagen de la Virgen de San Nicolás fue bajada por las escaleras del templo, mientras una lluvia de pétalos de rosa y globos al viento saludaba su paso. Fueron 10 cuadras de procesión por las calles aledañas, hasta la apoteosis que significó su llegada al campito, donde monseñor Cardelli la recibió para celebrar la misa junto a la multitud.

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Cientos de miles vitorearon la imagen de la Virgen.

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