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 domingo, 26 de septiembre de 2004

Denunciaron a policías por un brutal operativo en una vivienda Fonavi

Sin orden de allanamiento y a las patadas, un grupo de uniformados del Comando Radioeléctrico irrumpió ayer a la tarde en una vivienda del Fonavi de Rouillón y Seguí. Allí detuvieron a un joven de 18 años. La expedición de los vigilantes en el departamento de Espinillo 3764, escalera 28 tercer piso, terminó con el destrozo íntegro del comedor de la vivienda. En la casa había en el momento de la irrupción policial cuatro menores de 6, 9, 11 y 15 años y cuatro mayores. Varios de los niños resultaron con golpes. Hubo dos arrestados por tentativa de robo calificado y otros dos por resistencia a la autoridad. Los dueños de casa formularon una denuncia en la fiscalía de turno por la violación de domicilio, destrozos y apremios atribuidos a los uniformados.

La versión policial del incidente, que incluyó escopetazos en la calle, fue aportada por la fuerza recién a las siete horas. En la seccional alegaban no tener el parte redactado. La policía señaló finalmente que los efectivos entraron en la casa siguiendo a dos ladrones de una pareja. Que los destrozos se produjeron por la resistencia de uno de los supuestos ladrones. Dos detenidos fueron acusados de tentativa de robo calificado. La policía arguyó que los disparos de Itaka, que enardecieron a los vecinos, fueron para concretar los arrestos.

"Vengan a ver lo que hicieron en mi casa, me la destrozaron", exclamó una voz angustiada en el teléfono de la Redacción de La Capital. "Me voy para la comisaría porque se llevaron a mi hermano y me dicen que lo están golpeando". Era Carlos Brandán, de 22 años, quien recurrió a la prensa ante el atropello que denunciaba. Anunció que iría a requerir precisiones sobre la detención de su hermano Sebastián. Fue y quedó preso acusado de tentativa de robo. Algo extraño: difícilmente alguien que es buscado por robo vaya a buscar a un familiar a la seccional.

Todo pasó a las 16, a una cuadra y media de la comisaría 19ª. "Estábamos tomando una gaseosa en la esquina de Biedma y Espinillo con mi primo", contó Sebastián, de 20 años. "Vimos que un patrullero dobló rápido delante de nosotros y frenó delante nuestro. Un pibe, que es conocido del barrio, pasó corriendo por adelante nuestro y se ve que los policías se pensaron que estaba con nosotros. Entonces un policía gordo nos disparó en el medio de donde estábamos. Bajó muy agresivo. Del susto empezamos a correr", contó el joven.

Los dos muchachos se dividieron. "Yo me fui por el Fonavi y ellos persiguieron a mi primo que tiene problemas mentales. Cuando me di vuelta vi que le disparan a las piernas", explicó el muchacho en la puerta de la 19ª. "Mi primo subió. Los policías lo siguieron y rompieron la puerta de la casa de mi tía", contó el joven. "«Si ellos entran yo me tiro. Me están corriendo y yo no hice nada»", contó que dijo su primo homónimo. Estaban en el tercer piso. "Salió a la cornisa y uno de los oficiales lo agarró de los pelos y le empezó a pegar en la cabeza", comentó.

Al menos cuatro móviles del Comando -según los vecinos eran el 2191, 2161, 2222 y 1947- se desplegaron en torno de la tira de Espinillo 3764. Entre 10 y 15 policías aseguraron el perímetro. "Tres se dedicaban a espantar a la gente a escopetazos", explicó un vecino. El resto rodeó el departamento A del tercer piso de la escalera 28. Según los vecinos uno de los vigilantes estaba alcoholizado. "Se le notaba por el aliento. Era el que más nervioso estaba", explicó el primo de los detenidos.

En el departamento -de un comedor, una cocina, cuatro habitaciones y dos baños- había en ese momento cuatro menores y cuatro mayores, incluyendo a Sebastián, el joven que se llevaron detenido.

"Le pregunté a uno de los policías si tenía una orden de allanamiento y me dijo que no", explicó Adriana Brandán. "Yo vi como a mi hermana un policía la agarraba de los pelos. Ella tiene 15 años y problemas mentales como mi hermano Sebastián que quedó preso. También le pegaron a un chiquito de 9 años que tiene el brazo moreteado", contó la joven de 18 años.

Afuera los vecinos que veían el operativo resistieron a los policías, primero con insultos y después con todo tipo de proyectiles. "Los vecinos se metieron porque les pareció injusto. Afuera los policías estaban a los escopetazos y acá hay chicos".

Con Sebastián detenido, los Brandán se fueron para la 19ª. Allí quedó encerrado Carlos, quien había llamado a La Capital. Seis patrulleros en la puerta y un grupo de familiares que buscaban información.

De tanto en tanto algún uniformado llegaba a la dependencia ante la exclamación de los vecinos. "Este es el que disparó", "este es el que le pegó a mi hermanita", "ese era el que estaba alcoholizado", una frase para cada uniformado. "Mirá, ahora ninguno tiene la placa identificatoria", bramó una de las mujeres. En una clima tenso, algún que otro agente salía de "vez en cuando" con actitud intimidatoria. Salían, miraban, hacían una pequeña ronda y entraban otra vez a la seccional.

La abogada Ana Oberlin, del Centro de Investigaciones en Derechos Humanos (Ceidh), se comunicó con la jueza Rodenas, con el juzgado de menores Nº 2 y con distintos referentes de la seguridad de la provincia para logar precisiones. Así supo que había tres detenidos oficialmente, uno menor, y algunos demorados extraoficialmente. La jueza le dijo a Oberlin a las 19 que no había emitido "orden de allanamiento" y que no había armas secuestradas. A las 23 la policía alegó que tenía dos cuchillos incautados.

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El incidente ocurrió en el Fonavi de Roullión y bulevar Seguí.

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