| domingo, 26 de septiembre de 2004 | Cambios vitales Tiempo de descubrimiento A lo largo de la vida la mujer debe sortear numerosos cambios relacionados con la crianza de los hijos, el vínculo con su pareja y el encuentro con ella misma, que no siempre resulta placentero. Descubrir que los hijos ya no están, que los años pasaron y que no se encuentra joven como antes, puede resultar una fuente de conflictos generadores de angustia y depresión. Las formas de resolver la incertidumbre que los cambios generan varían de acuerdo a la historia de cada mujer. La ayuda psicológica suele ser de gran utilidad para sobrellevar los conflictos de cada etapa.
Desde tiempos inmemoriales la función de la mujer en el hogar fue de servicio: la comida preparada con amor, la casa y la ropa limpia, y todo aquello que significa velar por el bienestar de la familia. Pero los tiempos han cambiado y mucho. Por empezar, la pareja que se inicia tiene pocas probabilidades de tener un hogar propio, generalmente conviven con la familia de uno de los cónyuges. Al tener que compartir espacios, la convivencia se hace más difícil.
Más adelante tal vez puedan independizarse, pero para ello necesitarán el aporte de ambos, por lo que la mujer tiene que salir a trabajar fuera del hogar. Si tiene una profesión tal vez resulte más fácil, si no tendrá que comenzar de cero. En cualquiera de los casos, sus tiempos tendrán que repartirse. Su familia seguirá demandándola y su jefe querrá que rinda al máximo.
Como quiera que sea, acostumbrada a dar lo mejor de sí, se convencerá que tiene que seguir siendo "la mujer maravilla" por lo que cada día se irá exigiendo más.
Es muy duro tratar de cumplir con todos los roles a la perfección, pero si no lo hace llegará a sentir que estará defraudando a los que la quieren. Pero ahí no termina su responsabilidad, además tendrá que sostener a su esposo en sus frustraciones diarias, cuidar que los chicos estudien, acompañarlos en sus hobbies y deportes, vigilar "en qué andan y quiénes son sus amigos", sufrir hasta que llegan de madrugada, y rogar porque no caigan en el alcohol o la droga.
Además de tener que mantenerse joven, arreglada, linda, actualizada y sonriente, en esos años surge también la preocupación por los padres que se hacen mayores y que comienzan también a demandar mientras que los hijos entran en una adolescencia difícil. Sin darse cuenta, el desgaste no se percibirá hasta que sea tarde.
Jefe de familia En caso de separación o viudez, al faltar el equilibrio de un padre moderador, tratará de cumplir los roles de padre-madre, pero la economía se achica, los hijos demandan menos límites, las desavenencias y acusaciones mutuas terminan con la paz del hogar. Es más difícil todavía en las separaciones que con la viudez.
Como madre pretende que los hijos la comprendan pero suelen responder con la única arma de que disponen: se rebelan porque se sienten asfixiados y se alejan más del hogar. El diálogo cada vez es más difícil, a veces se vuelve imposible.
Una mujer que pierde la contención familiar se siente impotente, defraudada e incomprendida. Comienzan los trastornos de ansiedad, y cuesta canalizar esa angustia si no se encuentra la ayuda terapéutica necesaria.
Nido vacío Con los hijos ya maduros, la casa queda en silencio, la mujer se jubila y como sus tareas hogareñas son menores el tiempo comienza a sobrar. Es el momento de empezar a pensar en sí misma. Si convive con su esposo, eso puede darle oportunidad a la pareja para que se una más y comience una época apacible de compañerismo y madurez espiritual. Si no es así, si perdió por algún motivo a su compañero o si no lo tuvo, tendrá que buscar motivaciones y comenzar con nuevos proyectos de vida.
Es fundamental no quedarse en la autocompasión porque la angustia le producirá una baja en las defensas y abrirá las puertas a enfermedades. Los círculos de amigas, los deportes, la vida sana, el caminar ayudan a sentirse bien. La vejez no significa sólo decrepitud, no es posible vivirla como un castigo sino como un premio.
Hay muchas cosas que son gratis y que pueden llenar la vida. Sólo hay que salir a buscarlas y disfrutar de ellas. Evitar por todos los medios de caer en la depresión. Para ello podrá asociarse a bibliotecas si le gusta leer, ir a espectáculos amenos y baratos o gratuitos, ayudar a instituciones que necesitan voluntarias y que la llenarán de satisfacciones. Y seguir siempre adelante, no bajarse de la vida, sino formando parte de ella hasta el final.
Consolidar la autoestima La vida de la mujer está signada por grandes cambios, generalmente vinculados al crecimiento de los hijos, el alejamiento de la pareja y el retiro de la vida laboral. Para comprenderlos mejor, un resumen de cada una de las etapas con sus conflictos más habituales:
* En la adolescencia comienza el encuentro del cuerpo con el deseo propio de "ser mirada, admirada y deseada".
* La iniciación sexual significa avanzar sobre las inhibiciones ancestrales que generan culpa.
* En el embarazo la mujer cede su cuerpo al bebé, y una vez nacido, debe olvidar sus propias necesidades para atender las de su hijo.
* El sostenimiento del hombre en su rol de padre.
* Ya en la mitad de la vida y entrando en la menopausia cuando su tarea de madre se ha cumplido, necesita consolidar su autoestima y su realización como mujer.
María de los Cielos Rodríguez, médica psiquiatra y miembro del grupo "Soltar amarras" enviar nota por e-mail | | Fotos | | |