| domingo, 26 de septiembre de 2004 | Estados de ánimo Amores de primavera El comienzo de la primavera genera un cambio en el estado de ánimo de la gente. Mejor humor y mayor predisposición hacia los encuentros amorosos son parte de los síntomas propios de esta estación. Flores, sol y amor parecieran ser los elementos fundamentales que componen el escenario de esta época del año. Luego de los días cortos y oscuros del invierno, la primavera invita a disfrutar de jornadas soleadas al aire libre, a abandonar el letargo del frío y a incrementar la vida social y afectiva con amigos y en pareja.
¿Cuán real es el planteo que afirma que la primavera influye en el enamoramiento? ¿Es cierto que el hombre manifiesta un mejor humor durante la temporada de las flores? ¿Es posible realizar un anclaje científico que pueda explicar el aumento del deseo sexual a partir del 21 de septiembre? En principio, se debe considerar que el ser humano se encuentra en estrecha relación con su medioambiente. Según Bernardo Beguet, psicólogo, Director de la Asociación Civil Sapiencia y ex Decano de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador de Buenos Aires "el hombre está en relación con el entorno que lo rodea y es afectado por éste. Por lo tanto, los ciclos de la naturaleza, como por ejemplo el día y la noche, y en este caso los cambios climáticos, influyen en su comportamiento".
Días luminosos El contexto propio de cada persona puede dividirse en dos grandes entornos: el biológico y el cultural. Es decir, la conducta será influida por ambas variables. La predisposición a la vida social y afectiva encuentra su causa biológica en el cuerpo y en la extensión del día luminoso, "la glándula pineal, que gobierna las funciones cíclicas del organismo, es afectada por la mayor exposición a la luz solar", sostiene Beguet. De esta forma, la melatonina, hormona segregada por la pineal, disminuye su cantidad predisponiendo a un mayor dominio de la actividad diurna.
De todas maneras, el fenómeno no sólo puede ser analizado desde el punto de vista biológico, dado que en el hombre el ámbito social posee una fundamental importancia. Según Beguet, "se encuentra inscripto en la cultura que la primavera es un tiempo de mayor placer y disfrute. Mientras que el frío retrae, las altas temperaturas generan apertura. Se trata de dos ciclos diferenciados: el invierno es un período en el que el hombre repara, conserva y cuida, en tanto, durante la temporada estival la persona tiende a una mayor actividad, exposición e inversión relacionada con la vida afectiva y social".
Estímulos visuales El entorno placentero provoca un incremento de la vida al aire y del ejercicio físico. Las altas temperaturas, el clima favorable y la extensión de los días predisponen a un mayor contacto con los demás. Se trata de la respuesta del hombre al renacimiento observado en su medioambiente, "la naturaleza nos confirma, desde épocas primitivas, que la vida siempre renace luego del letargo del invierno con esperanza renovadora que invita a la persona a un cambio positivo en su estado de ánimo".
Las relaciones amorosas se multiplican a causa de los factores ambientales originados en la primavera. "La gente se encuentra más proclive a enamorarse. El predominio de los estímulos, especialmente visuales, por ejemplo, la mayor exposición del cuerpo incita el deseo sexual", explica el ex decano.
Por lo tanto, generalmente, se trata de relaciones pasajeras debido a que están motivadas por sólo uno de los componentes que pesa en el enamoramiento. De todas maneras, un primer contacto físico no implica necesariamente un vínculo efímero, aunque el período climático lo favorezca. El licenciado Beguet hace hincapié sobre el hecho de que lo cultural y lo biológico se encuentran unidos tan íntimamente en el hombre, que resulta casi imposible establecer causas e intenciones puras en el incremento del deseo sexual.
Fuente: Universia enviar nota por e-mail | | |