| sábado, 09 de octubre de 2004 | La población, indiferente ante el canje de deuda La gente no se muestra preocupada por la decisión del gobierno de reestructurar los bonos en manos de las AFJP, dado que no ve sus aportes al sistema como un ahorro sino como dinero desperdiciado.
"Históricamente en Argentina la gente nunca cobró lo que se prometía, y a veces cobró una miseria con respecto al esfuerzo que hizo. Históricamente el aporte al sistema previsional fue visto como un impuesto para poder trabajar. Y después se ahorraba por otro lado porque todos saben que de lo que se aporta no se va a vivir", explicó el economista Aldo Abram.
El sistema de reparto convenció a los argentinos que debían buscar durante su vida activa algún ingreso extra para ahorrarlo y vivir durante la vejez, dado que las jubilaciones no alcanzaban para cubrir los gastos mínimos.
Con el sistema privado algunos llegaron a esperanzarse, pero la mayoría de los casi 10 millones de afiliados al sistema mantuvo su escepticismo y siguió creyendo que en algún momento ese dinero -supuestamente intocable- también iba a sufrir el zarpazo de los gobiernos. Y ese día llegó.
Los antecedentes El temor no era infundado. En 1989 el gobierno de Carlos Menem confiscó miles de millones de dólares de depósitos bancarios para hacer frente a problemas fiscales. Y lo mismo ocurrió en 2001, con el corralito de Domingo Cavallo y la devaluación, ya con Eduardo Duhalde como presidente.
"Me pasé a las AFJP porque tenía la esperanza que iba a ser mejor que el público. Pero cuando veo lo que pasó me convenzo que voy a vivir con lo que yo haga. Por eso no me preocupa", dijo Raúl, de 36 años, que trabaja en el departamento de ventas de una multinacional.
Según Abram, cuando Menem creó el sistema algunos entendieron que implicaba que el aporte de cada trabajador era propio -a diferencia del público en el que los activos pagan la jubilación de los pasivos- pero de todos modos presintieron que ese dinero no iba a estar allí esperándolos para cuando sus cabellos fuesen grises. "Y tuvieron razón, se lo robaron de nuevo", dijo Abram.
Pero la mayoría de los argentinos, especialmente los jóvenes, ni siquiera piensa en eso. Con sus 30 años, Mariana Limeres, analista de comunicación, tiene otros problemas más inmediatos que atender. "Sinceramente no sé cómo me afecta y no conozco mucho el tema, así que no estoy muy preocupada".
Verónica, de 33 años, está enojada con la decisión del gobierno. "Estoy preocupada porque me van a sacar gran parte de lo que pusimos. Tenía esperanzas de que el sistema privado funcionara porque en otros países, como Chile, funciona pero evidentemente acá no", dijo.
Pero entiende que en ninguno de los dos sistemas hay garantías de un futuro mejor. "Al final es todo lo mismo. La gente que está en el régimen de reparto (público) no cobra bien y quién sabe qué vamos a terminar cobrando nosotros".
Hugo González cada día se levanta para abrir su herrería, y con sus 54 años aún no piensa en su pensión.
"No sé qué significa esto para mí. No estoy pensado todavía en la jubilación. Son temas que no entiendo cómo se manejan, pero seguro que nosotros perdemos". enviar nota por e-mail | | |