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domingo,
18 de
febrero de
2007 |
Editorial
La ciudad se proyecta al mundo
El periplo que emprendió el intendente Lifschitz por el Estado norteamericano de California señala un nuevo hito en los notables avances que viene concretando Rosario, paso a paso y no sin dificultades, pero con la vista ineludiblemente fija en el futuro.
El aislamiento no consiste en una buena receta cuando el objetivo es crecer. La fórmula parece sencilla, aunque su aplicación concreta no lo resulta tanto. Pero la urbe que afrontó con entereza los duros golpes de la crisis y al compás de la reactivación en curso mostró todas sus potencialidades ha salido, de la mano de su intendente, a tender lazos con el mundo desarrollado.
Acaso sea temprano para extraer conclusiones precisas de la excursión, en la cual Lifschitz estuvo acompañado por referentes de las fuerzas vivas locales, pero no pueden caber dudas de que el aprendizaje realizado, así como los contactos establecidos, fueron y serán fructíferos.
Tal vez el proyecto que mayor interés despierte sea el de convertir a Rosario en “ciudad digital”, pero también deben ser resaltados los puentes que se tendieron en el terreno académico y las oportunidades de negocios que se abrieron.
Hace tiempo que Rosario ha dejado atrás la que fue para comenzar a ser otra, distinta y también mejor. La persistencia de la pobreza no puede constituir un obstáculo para creer en el porvenir y forjarlo día a día. Para hacerlo se necesita información, se requiere apertura, se demanda imaginación. Los preconceptos y prejuicios son piedras que obstruyen el camino.
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