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domingo,
18 de
febrero de
2007 |
Tendencias: del campo a la ciudad
Los primeros en usar la bombacha fueron los gauchos. Luego pasó a ser un ícono de la moda mundial
Con casi 150 años de existencia, la legendaria bombacha de campo pasó de los gauchos pamperos a convertirse en un ícono de la moda urbana mundial.
Definida como un pantalón ancho que se ciñe en el tobillo, utilizada por el hombre de campo para trabajar, la bombacha de campo era, además, un detalle de elegancia para los días de fiesta. Solía vestirla muy ancha, con botas usaba los extremos adentro y si andaba en alpargatas, llevaba desprendido el tobillo.
Anécdotas varias hablan de la llegada a la Argentina de esta legendaria prenda, que hoy traspasó los límites del campo para instalarse en la moda informal del día a día en la ciudad, y como opción ideal al tiempo libre de mujeres, hombres y niños.
El origen de nuestra bombacha criolla, que con el tiempo se convertirá en sustito del antiguo chiripá gauchesco, comenzó con el tratado de paz de París firmado en marzo de 1856 entre los representantes del ejército anglo-francés y Rusia, que ponía punto final a la llamada Guerra de Crimea. Dicha guerra, que terminó antes de lo previsto, dejó un gran remanente de prendas fabricadas para este ejército, que fue exportado al Río de la Plata para ser utilizado por nuestros soldados.
Es en Entre Ríos donde por primera vez, el general Justo José de Urquiza, siendo presidente de la Confederación Argentina en 1857 decidió entonces efectuar el trueque de 100.000 bombachas como rezago militar por productos de la confederación.
Más de una vez se ha señalado la connotación árabe del gaucho argentino o rioplatense, ya que los unen elementos en común como la guitarra, el caballo y sobre todo, la semejanza de la pampa al desierto. Se cree que la ocupación de España por parte de los moros ha sido el canal de transmisión de estas características. Es en el mundo árabe y en especial en lo que constituía el imperio turco en el siglo XIX —que dominaba los Balcanes e incluso Grecia— donde la bombacha de campo ya se usaba. No la encontramos en el guazo chileno, el charro mexicano, el llanero venezolano o el gaúcho brasileño. De cualquier modo, es en 1861 cuando se cree que las primeras bombachas fueron usadas por gauchos porteños.
Otra corriente histórica hace también responsable del ingreso de la bombacha a Ricardo Güiraldes, el escritor de “Don Segundo Sombra”, quién vistió a sus gauchos de San Antonio de Areco con bombachas francesas.
Pero fue el Vasco Etchegaray, en el establecimiento de Alpargatas —propietaria de marcas líderes como Pampero, Pallette y Topper— donde comenzó la gran industria nacional de bombachas y alpargatas, y quien contribuyó a la universalización del uso de estas prendas.
Los pioneros
En la primera década del siglo XX hizo su aparición Pampero, marca de indumentaria laboral y tiempo libre, que nació dando nombre a una lona que se utilizaba para confeccionar alpargatas y que luego se comercializaría directamente en el mercado con una amplia variedad de accesorios y prendas.
Sol Sánchez Gavier, la responsable de diseño de la firma Pampero, cuenta cómo se inició la marca argentina que incorporó la indumentaria del gaucho a la vida de la ciudad.
En 1883, en Buenos Aires, cuando la avenida Montes de Oca se llamaba Santa Lucía, don Juan Etchegaray levantó una pequeña fábrica de alpargatas en un galpón solitario.
Por entonces, tenía que competir con medio centenar de talleres que también producían alpargatas, un calzado muy popular de la época y cuyo precio llegaba al alcance de todos los bolsillos.
Tras la muerte de su padre, “el vasco” se abocó de lleno a la producción artesanal de alpargatas. Pero, como desde siempre ambicionó el crecimiento de su pequeña empresa, se contactó con el principal abastecedor de lona, la compañía inglesa Douglas Fraser & Sons, para proponerle la posibilidad de producir alpargatas en forma industrial. En 1886, los ingleses decidieron asociarse con él, y fundaron la Fábrica Argentina de Alpargatas.
Hoy podemos decir que la bombacha de campo fue adoptada no sólo como prenda utilitaria de trabajo, sino que también ha trascendido al mundo de la moda y las pasarelas internacionales. Su versatilidad de uso, comodidad, resistencia y flexibilidad hicieron que esta prenda sea un comodín básico para la vida cotidiana.
Producto de una curiosa mezcla de carisma vaquero importado de Estados Unidos y la indumentaria de influencia española utilizada en México, los elementos de montar, cactus y paisajes del lejano oeste combinados con sacos tipo bolero, blusas de mangas abuchonadas y sombrero, comenzaron también a mezclarse en la moda con el típico atuendo del gaucho nacional.
Recientemente, también, y ya mencionando los más grandes protagonistas de la moda mundial, Dior lanzó la temporada pasada su exitosa colección “Gaucho”, compuesta de zapatos, accesorios y carteras con forma de montura.
Simultáneamente, prestigiosas marcas de jeans trabajaron las proporciones del tiro de las prendas logrando, no sólo un nuevo look sino toda una actitud y estereotipo dentro del street wear.
De igual forma, en el ámbito deportivo, el confort y practicidad de esta prenda son aprovechados por los principales fabricantes de indumentaria de estilo casual y para la práctica de deportes.
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