|
domingo,
18 de
febrero de
2007 |
Hábitos: manos limpias en el jardín
Marcelo Rodríguez
A veces, a los chicos se les acaba el recreo y se olvidan de lavarse las manos, o de cepillarse las uñas, y por eso son tan comunes las parasitosis”, observa el médico pediatra Néstor Abramovich, jefe de consultorios externos de Pediatría en el Hospital de Clínicas José de San Martín, de la Capital. La educación sobre el lavado de manos y sobre las cosas que se pueden compartir en las guarderías y jardines maternales, así como en los jardines de infantes y en la escuela en el caso de los más grandes, es algo que los chicos debieran recibir en casa, pero que la institución debe reforzar y facilitar.
La importancia del jabón en la higiene de los chicos va más allá del sentido común: “La mayoría de las infecciones pediátricas —advierte el doctor Abramovich— se contagian por vía fecal, oral o a través de las manos, y el jabón pasa a ser un vector”.
Para la higiene diaria no es necesario que los chicos usen jabones antisépticos: “Lo que sí se aconseja —puntualiza— es que el jabón de cada chico sea personal, que no se lo estén pasando de mano en mano”. Esto se explica porque por lo general cada chico tiene una flora bacteriana que no siempre comparte con otros, y estas bacterias no necesariamente tienen una función patógena: a veces tienen un efecto protector de la piel y mantienen un equilibrio natural.
A veces el jabón común genera dermatitis, y los jabones con Ph neutro —el que se lava la ropa lo es— disminuyen ese riesgo. Son aconsejables cuando ya existe una dermatitis, cuando ya está la piel dañada.
En el terreno de los jabones antisépticos, el de iodopovidona del tipo jabonoso es el más indicado para la desinfección de las heridas. Para un lavado de asepsia más global es más recomendable es el iodado no jabonoso.
Por ser las vías de entrada al organismo, el tema de la flora bacteriana es importante, especialmente en la boca y los genitales, pero si el chico llegara a tener una lesión sin cubrir o una parte infectada en la piel, puede transmitirse de uno a otro a través del lavado de manos, por ejemplo, si no se tiene la precaución de que no compartan los elementos de higiene personal.
Si un niño tiene parásitos en el tracto digestivo (el caso más común es el de los oxiuros, visibles a simple vista pero cuyos huevos, que son los que transmiten la enfermedad son microscópicos), y no estuviera recibiendo todavía ningún tratamiento antiparasitario, la simple acción de rascarse la cola o de no haberse limpiado correctamente hace que posibles restos microscópicos —no visibles— de materia fecal puedan ser propagados hacia todo lo que toca.
Las medidas para la prevención de estos parásitos son sencillas:
Cortarse las uñas al ras, especialmente las niñas que suelen tenerlas largas por coquetería.
Limpiarse las uñas con el cepillo, que debe ser un utensilio personal.
Lo mismo el cepillo de dientes, que no se debe compartir, lo cual vale específicamente en las salas de 3 y de 4 años, en que se pone el énfasis en la enseñanza a los chicos de cómo lavarse los dientes.
Atención a los vasitos y tazas: muchos toman o se enjuagan la boca con el vasito de otro.
Aventuras con pañales
En las salas de chicos menores de tres años, muchos no han dejado todavía los pañales. La institución puede proveerlos, pero lo más aconsejable es que cada niño lleve los suyos: el grado de Ph que posee el gel absorbente —que da cuenta del grado de acidez o alcalinidad de una sustancia o de un medio— puede ser incompatible con la de la piel, y cada marca tiene uno diferente que no todos toleran igual. Eso suele generar dermatitis. Cuando una mamá lleva a su niño con un eczema que respeta la forma del pañal, la primera pregunta del pediatra será si hubo un cambio de marca.
Lo mismo pasa con las toallitas húmedas: “En cada chico la higiene personal debe ser diferente, porque hay quienes por rapidez y comodidad usan las toallitas húmedas. Son prácticas, pero conviene usarlas únicamente para las salidas”.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
|