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 domingo, 18 de febrero de 2007  
Clausuraron un bar donde había menores consumiendo alcohol
El operativo se llevó a cabo ayer a la madrugada con la presencia de la policía y la Municipalidad

Después de la polémica que despertó días pasados, personal de la Dirección de Seguridad Personal de la Unidad Regional II de Policía procedió a clausurar ayer a la madrugada el cuestionado bar Jump, ubicado en avenida Alberdi y Casilda, al constatarse la presencia de menores consumiendo alcohol.

La información fue confirmada por fuentes de la fuerza y de la Dirección de Inspección municipal que también concurrió al lugar y participó del desalojo de unas 250 personas.

El personal llegó al lugar con una orden del Juzgado de Faltas provincial a cargo de Liliana Puccio por lo que se dispuso el cierre preventivo y la evacuación del local. También se procedió al arresto del titular del comercio, Diego V., de 23 años.

La Municipalidad había concurrido con la intención de detectar si el nivel de ruido superaba el estándar permitido pero eso no pudo comprobarse. No obstante, se observó a los menores tomando bebidas alcohólicas.

Este bar, que anteriormente se llamaba "Ay, Ramírez", había sido cuestionado hace apenas cinco días por los vecinos de la zona norte, quienes denunciaron sonidos molestos, peleas entre los concurrentes y hasta tiros al aire.

El lugar, según los registros municipales, no está habilitado como confitería bailable, pero sí como bar con amenización musical.

Al estar inscripto bajo estas características, no estaba contemplado en la nómina de espacios públicos con la posibilidad de ser rechazados por los vecinos a través del registro de oposición.

En diciembre de 2004, bajo el número 40.487, un expediente reunía las firmas de 250 vecinos que se negaban a que el local iniciara sus actividades. Sin embargo, bajo el nombre de "Ay, Ramírez", el lugar terminó abriendo sus puertas.

En tanto, desde la Secretaría de Gobierno municipal se aclaró que el lugar contaba con la correspondiente habilitación y que la última inspección de rutina se había realizado el 4 de febrero de este año.

"Aún sin entrar, es evidente que un lugar cerrado, sin ventanas y música a todo volumen, no es un simple bar", dijo una vecina.

El sitio permanecía abierto los viernes y sábados, entre la una y las cinco de la madrugada, con un público heterogéneo compuesto por adolescentes y adultos.

En el barrio ayer estaban conformes tras enterarse de la clausura. "Ahora vamos a poder dormir ya que los fines de semana prácticamente habíamos perdido esa costumbre y aparte nos daba miedo salir a la calle", dijeron.
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El local estaba en una vieja casona pintada de azul. Algunos vecinos solían comentar que, en pleno funcionamiento, había ruidos molestos, peleas entre los concurrentes y hasta tiros.



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