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domingo,
18 de
febrero de
2007 |
A mi amigo
Nelson Mandela
Querido Mandela, sí, sos mi amigo sin saberlo. En los años 70 viajé a Sudáfrica, tu país. Sabía que estabas preso, creía conocer lo del apartheid, y nada más. Cuando llegué a Dunbar tuve la fortuna de conocer a un hindú de 21 años, gran luchador social. Me llevó a un templo hindú para rezar juntos y me dijo que desde ese momento confiara en él. Lo invité a tomar un café en mi hotel pero fue imposible ya que él solo podía esperarme afuera. Con él supe lo del apartheid, sistema racista, no solo contra los negros, sino contra cualquier persona que no fuera aria pura. Carteles indicando: “Europeos, no europeos”. Holanda colonizó el país desde 1952, y desde 1951, el partido africano impuso el apartheid durante 43 años fue una feroz dictadura. Cada etnia tenía sus instituciones, no se podían tener más que una casita, y así, quienes más sufrían eran los negros. Quise compartir su situación: imposible, me miraban con resquemor. Por suerte recordé a Myriam Makeba, gran luchadora sudafricana, exiliada en USA, gran cantante, conocida en todo el mundo, sobre todo por su “pata pata” , y sin ningún remordimiento, me presentaba como su amiga, y así gané confianza. Le dije al mozo del hotel que me interesaba conocer la situación actual de la negritud. Con simpatía y en voz baja me dijo que estaban organizándose, que todo era muy riesgoso, que se reunían en unos túneles secretos. Y sí, amigo mío, vos luchabas contra todo eso, te condenaron a presión perpetua, estuviste preso durante 27 años en una oscura celda de 2x2, pero a tu espíritu no lo pudieron aprisionar. Hace diez años te liberaron y fuiste elegido presidente de Sudáfrica. En la plaza mucha gente se manifestó y una pareja: ella negra y él blanco, dijo: “Esta noche haremos un hijo y le llamaremos Libertad”. ¡Qué hermoso!Te divorciaste de Winnie (tu violenta y traicionera mujer) y te casaste con Graea Machel, siempre se les vio tan felices. Una vez dijiste que según la tradición de tu tribu, pagaste una dote de 60 vacas, y añadiste sonriendo enamorado, un millón de vacas hubiera pagado por ella. Después vino la tragedia de tu hijo mayor, muerto de sida, creaste la Fundación Mandela para luchar contra esa enfermedad. Hace poco vi la película “Yesterday” realizada por tu Fundación, una maravilla. Querido Nobel de la Paz, por todo esto y porque marcaste un camino a seguir, todo el mundo te quiere, te agradece, te venera.
Ana María Zeno
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