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 domingo, 22 de octubre de 2006  
Personaje. Félix Umansky dirige el servicio de neurocirugía más importante de Israel
El cirujano rosarino que operó a Sharon sueña con volver para enseñar
Encabeza una cruzada para formalizar un convenio entre el Hospital Hadassah y nosocomios provinciales

Florencia O'Keeffe / La Capital

Desde hace 15 años, el médico rosarino Félix Umansky dirige el servicio de neurocirugía más importante de Israel, en el Hospital Hadassah. A principios de 2006 estuvo en el centro de la escena mundial cuando operó al primer ministro israelí, Ariel Sharon, víctima de un ataque cerebrovascular.

El neurocirujano tuvo en sus manos semejante responsabilidad no por un hecho fortuito: la primera plana política israelí, con la anuencia de la familia de Sharon, lo fue a buscar especialmente. A diez meses de ese hecho, reconoce que la situación lo marcó profesionalmente y que aunque operó "libre de emociones" no tiene por qué negar que se trató de un paciente muy especial.

De visita por Rosario, Umansky confiesa que no volvería a vivir a la Argentina pero que le gustaría regresar de tanto en tanto, como profesor, para devolver algo de lo que la universidad local le brindó.

El vínculo afectivo es tal, que el neurocirujano se puso a la cabeza de una cruzada que intenta institucionalizar un intercambio de profesionales locales con el servicio de neurocirugía de Hadassah, respaldado por la Universidad Nacional de Rosario y el gobierno de la provincia de Santa Fe.

"El hospital en el que trabajo se destaca por ser un formador de médicos extranjeros, pero la verdad es que nos interesan especialmente los latinoamericanos, entre ellos los argentinos, y si se puede, los rosarinos", afirma.

Cálido, sereno y reflexivo, pero apasionado cuando habla de su trabajo, Umansky puso el acento en la falta de inversión en salud en la Argentina y en el poco apoyo que tiene la investigación médico científica. También se molestó al reconocer que en el campo de la salud "hay una diferencia notable entre Rosario y Buenos Aires".

-En su servicio hay tres médicos rosarinos. ¿Por qué?

- El hospital Hadassah, en Jerusalén, que depende de la principal universidad hebrea, tiene una tradición antigua en el campo de la capacitación de profesionales extranjeros. Es una consigna colaborar en la formación de médicos de países en desarrollo.

Cuando asumí el cargo de jefe del servicio de neurocirugía, en el 1991, mi intención fue promover un programa de capacitación para posgraduados latinoamericanos, y de otras partes del mundo. Consiste en traer jóvenes graduados a hacer su residencia en la especialidad, que son 6 años, o recibir neurocirujanos que como mínimo estén 3 meses hasta 2 años. Por cuestiones naturales, lógicas y emocionales siempre fue mi deseo tener un buen vínculo con argentinos y si es posible, con rosarinos.

En este programa, el primer médico rosarino que se capacitó fue Sergio Crisci, en 1993, luego lo hizo José Cohen (que aún está en Hadassah y formó parte del equipo que operó a Sharon) y ahora estuvo Joaquín Cigol. Pero queremos fomentar aún más esta presencia, institucionalizarla.

- ¿Hay algo concreto?

- Tenemos el apoyo del gobierno de la provincia de Santa Fe, a través del senado provincial, y de la Universidad Nacional de Rosario. Ahora hay que establecer un acuerdo formal para que los hospitales escuela que funcionan en Rosario tengan una relación directa con el departamento de neurocirugía de Hadassah.

- La neurocirugía requiere recursos económicos. ¿Cómo aplica un médico que regresa a la Argentina lo que aprendió en un centro como el de Hadassah?

- El hecho de que uno trabaje en un lugar donde los recursos económicos no estén al nivel de los del primer mundo no quiere decir que ese médico joven no tenga ambiciones. Creo que es todo lo contrario, tiene que doblar esas ambiciones al ver todo lo que se está haciendo en el mundo. Su misión es volver a su país y luchar para que las cosas mejoren. Cuando Israel empezó no tenía nada, era un país pequeño en el medio del desierto, pero floreció a fuerza de trabajo, empeño y la lucha de sus habitantes. Eso se puede hacer en cualquier país del mundo, y también acá en Rosario.

-¿Se puede comparar el nivel de la neurocirugía en Israel con la Argentina?

- Argentina no es un bloque sólido porque lamentablemente hay una diferencia notable entre Rosario y Buenos Aires. Las instituciones públicas tienen enormes problemas de presupuesto acá y allá, y hay gente de primera tanto entre el personal médico como los paramédicos, pero sin recursos económicos. En cambio, las instituciones privadas tienen de todo. En ese ámbito la especialidad se hace muy bien, pero hay que decirlo, acá no existe el aspecto académico, no hay investigación, el médico trabaja, gana su dinero y se va a su casa, listo. Hace su experiencia pero no la trasmite. En Israel la línea que se sigue es la contraria. Hay dos pequeños sanatorios privados, el resto es gubernamental y todos los hospitales son centros de formación universitaria, ésta es la gran diferencia.

- ¿Cree que en los próximos años se verán cosas de ciencia ficción en el campo de la neurocirugía?

- Exactamente, ya empezamos a ver cosas de ciencia ficción. Es, para mí, "la" especialidad, y no es porque yo la haga. Por ejemplo, en Hadassah, nosotros ya tenemos el primer prototipo de un mini robot para hacer biopsias de cerebro. La neurocirugía no tiene límites. Nosotros decimos que el cielo es el límite.
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"Me duele que los rosarinos se operen en Buenos Aires", confiesa Umansky.

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