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miércoles,
23 de
agosto de
2006 |
Un director poco solemne
El cineasta galo elige la ironía para expresarse
Claude Chabrol focalizó su trabajo en la burguesía, sobre la cual dio distintas miradas, desde la ironía hasta la crítica más sombría. Uno de sus blancos principales fueron las familias del interior de Francia. Mediante la irrupción de las pasiones reprimidas en medio de los convencionalismos, el director retrata dramas extrañados, recorridos por una especie de un humorismo más bien negro, y en los cuales no es extraño que aparezca el crimen en sus diversas formas. Una de las particularidades del cine de Chabrol es dar testimonio de las perversiones y las fallas de la sociedad, pero no tanto de las víctimas como de los victimarios.
Sin embargo, el director impone un cierto distanciamiento de su objeto de observación a la hora de encarar el rodaje: "Detesto la solemnidad, francamente. Tratar los asuntos graves con ese tono es un camino que sólo conduce al ridículo. Además, de una forma paradójica, esa opción desvirtúa la verdadera importancia que tienen. Además -añadió- básicamente no soy un sensiblero. Me gusta dirigir de la misma manera que me gusta comer, hacer el amor, reírme e incluso ver la televisión. He cambiado muy poco en mis gustos con la edad", explicó.
El cineasta prefiere focalizar sus intereses en otras cuestiones: "Tengo tendencia a trabajar de forma meticulosa el guión porque les tengo pavor a las sorpresas desagradables y ensayar con los actores. A medida que pasan los años, cada vez me encuentro con más sorpresas agradables y menos desgracias", dijo.
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