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 domingo, 25 de junio de 2006  
El germen de la Argentina. El desembarco británico, el 25 de junio de 1806, despertó la búsqueda de la independencia
La fuerza de un pueblo resistió la primera invasión inglesa
Historiadores rescatan la participación de la población en armas, ante la pasividad de las autoridades españolas

Pedro Ylarri

La llamada Revolución de Mayo y la aparición de la nación argentina hace casi doscientos años tienen su germen el 25 de junio de 1806, cuando 1.400 hombres del ejército inglés desembarcaron en tierras al sur de Buenos Aires y tomaron posesión del Virreinato del Río de la Plata. La bandera británica flameó por 46 días, hasta que realistas y criollos lograron la reconquista.

Los dos ataques británicos contra las colonias del imperio español en Sudamérica llevaron al continente a ser parte de las guerras napoleónicas entre Inglaterra y Francia, y sembraron en la población local el ideario de unión y libertad, luego de que se logró alejar al fantasma inglés con el accionar de grupos conocidos como "milicias urbanas".

Sellada la alianza entre España y el Primer Imperio Francés, las tierras del "nuevo mundo" cercanas al río de la Plata se transformaron en un botín estratégico y económico para el Reino Unido, en pleno auge industrial, lo que derivó en la llegada de las tropas inglesas al fortín de Ensenada, y el desembarco final en Quilmes.

Comandados por William Carr Beresford y acompañados por el prestigioso Regimiento 71 escocés, las tropas inglesas avanzaron casi sin oposición hasta las aguas del Riachuelo, donde el 27 de junio de ese año las autoridades realistas al mando del virrey Rafael de Sobremonte entregaron Buenos Aires a los británicos, que en horas de la tarde izaron su bandera en la plaza mayor, hoy llamada Plaza de Mayo.

Tras la invasión, los funcionarios coloniales reconocieron la dominación inglesa, Sobremonte escapó con dinero de la monarquía hacia Córdoba y algunos comerciantes porteños aprobaron a los nuevos conquistadores, mientras criollos y españoles, ante la falta de reacción del Virreinato, comenzaron a armarse y a idear la defensa.

La reconquista llegó de la mano de tropas hoy recordadas como Húsares, Patricios, Migueletes, Montañeses, Arribeños y Patriotas de la Unión, así como por indios, pardos y morenos, dirigidos por el marino español Santiago de Liniers, de origen francés, Martín de Alzaga y Juan Martín de Pueyrredón.

El 12 de agosto de aquel año, tropas realistas al mando de Liniers, acompañadas por improvisadas milicias, acorralaron al ejército inglés en el fuerte de la ciudad, no sin antes hacer estallar una verdadera batalla campal en la calles. El 20 de ese mes Beresford firmó la capitulación.

La Real Audiencia de Buenos Aires asumió el poder tras la derrota inglesa, aunque la inminencia de una segunda invasión generó desconfianza en el pueblo, que en un hecho sin precedentes comenzó a apoyar a líderes milicianos y logró, el 10 de febrero de 1807, en cabildo abierto, presionar para la detención de Sobremonte y la proclamación de Liniers como virrey.

La segunda invasión llegaría el 28 de junio de 1807, cuando una fortísima tropa comandada por el inglés John Whitelocke desembarcó en Ensenada y logró sitiar la ciudad en la tarde del 4 de julio en la actual plaza Miserere, pese a la resistencia de grupos comandados por Liniers.

El 5 de julio la tropa inglesa ingresó confiada en la ciudad, pero unos nueve mil milicianos combatieron apostados en las esquinas y desde el interior de las viviendas, desde donde los vecinos arrojaron piedras y agua hirviendo en la cabeza de los llegados, tal como recuerda la tradición popular.

A doscientos años de las invasiones, los historiadores coinciden en afirmar que la reconquista marca el germen de la unión entre españoles, criollos y mestizos, que inspirados luego en los ideales revolucionarios e independentistas llevaron a cabo en 1810 la Revolución de Mayo. (DyN)
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Una recreación de las tropas que enfrentaron a los invasores.

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