Año CXXXVII Nº 48591
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Educación
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Salud 01/12
Autos 01/12
Turismo 28/11
Mujer 28/11
Economía 28/11
Señales 28/11

contacto
servicios
Institucional

 sábado, 04 de diciembre de 2004  
Conclusiones de un estudio de Amsafé Rosario junto al área de Salud y Trabajo de la Facultad de Ciencias Médicas (UNR)
La docencia es cada vez más una profesión de riesgo
Cuando el aumento de las agresiones y la violencia, más la pobreza y precariedad laboral, son factores que deterioran la actividad educativa

Marcela Isaías / La Capital

Escuelas atiborradas de alumnos, aumento de la violencia y agresiones en el ámbito educativo, padres poco interesados en lo educativo, condiciones laborales precarias, agotamiento emocional y la pobreza generalizada hacen que la docencia sea cada vez más una profesión de riesgo.

Estas afirmaciones no son caprichosas: provienen de diferentes análisis y hechos que dan cuenta de la realidad en la que el maestro o profesor desempeña hoy su tarea. Y en todo caso reafirman las conclusiones de numerosos estudios en la materia.

Bastaría como ejemplo recordar la investigación realizada por la Ctera hace diez años -a través de su Escuela Marina Viltes-, reunida en el libro "Salud y trabajo docente. Tramas del malestar en la escuela" (Kapelusz) y producida por Deolinda Martínez, Iris Valles y Jorge Kohen.

Luego de encuestar a más de tres mil docentes, entre otras afirmaciones se concluía que el 20 por ciento de las escuelas en la Argentina tienen más de 500 alumnos, a pesar de que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Unesco recomiendan que los establecimientos educacionales no superen ese número.

Estas y otras cifras reunidas en la investigación mantienen su vigencia o bien se han profundizado en cuanto al riesgo que representan para la profesión docente. La certeza de que esto es así la confirma uno de los autores del trabajo, Jorge Kohen, también director de la carrera de medicina del trabajo de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y médico laboralista de Amsafé.

Claro está que si se consideran los cambios de infraestructura que sufrieron las escuelas a raíz de la implementación de la ley federal, en especial con la incorporación del tercer ciclo de la EGB -se levantaron más salones y aumentó la matrícula, pero en la mayoría de los casos no el personal auxiliar docente necesario-, se puede entender cómo se profundizaron las consecuencias de lo que estos números representan.

Con un poquito de imaginación es posible predecir qué significa enseñar en escuelas donde los patios quedan reducidos y las demandas se multIplican en proporción con los problemas y las características de la creciente población escolar.


Escuelas aceptables y riesgosas
El mismo estudio de la Ctera indicaba que el 43,8% de las escuelas eran consideradas aceptables para trabajar, adecuadas un 9,2 %, riesgosas el 26,5 y peligrosas el 3 %.

Además, surgía de la muestra la precarización del trabajo docente, ya sea por el contexto donde se ejerce como por la carencia de recursos y valoración para desarrollarla.

Y, para tomar un aspecto de reciente difusión, en la misma investigación se señalaba que "el 79,5% de los maestros no falta al trabajo aunque esté enfermo". La razón estaba dada en la pérdida del presentismo.

Sin embargo, un dato valioso obliga a cambiar la mirada sobre por qué faltan o no los docentes a clases: en las escuelas riesgosas el 81,9% concurre a trabajar porque al hecho del presentismo se suma el compromiso social que sienten los maestros con la comunidad en la que se desempeñan.

Como se señaló antes, Jorge Kohen advierte sobre la plena vigencia de los resultados de la investigación. Y anticipa que si se repitiera -se trabaja en un proyecto similar encarado este año desde Amsafé- seguramente el panorama que se expondría sería más desalentador todavía.

El desgaste emocional, la desvalorización de la profesión, la pobreza simbólica que representa trabajar en situaciones de precariedad laboral -no sólo en lo monetario-, las exigencias por las que a diario se deben dar cuenta y la falta de un apoyo coordinado de parte del Estado -léase falta de gabinetes psicopedagógicos, trabajadores sociales y hasta asesoramiento legal- hacen que lo que en el estudio se denomina "sufrimiento" se convierta en la antesala de nuevas enfermedades, como el sÍndrome de Burnout, que es el momento de mayor deterioro mental del docente.

Por lo pronto, el panorama obliga a otra lectura sobre qué relación hay entre la salud, el trabajo docente y las cifras de ausentismo en la docencia que se multiplican cuando el presentismo ya no corre para los pedidos de licencias.

Como respuesta a esta situación, y entre otras acciones, la delegación Rosario de Amsafé firmó un convenio (en septiembre pasado) con el área de Salud y Trabajo de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para abordar de manera conjunta las condiciones laborales y de salud de los docentes.


Cambio de mirada
En rigor, se trata de analizar y atender a esta problemática sumando la iniciativa a otras acciones ya encaradas, como campañas de información y prevención, asesoramiento en medicina laboral, la realización de talleres que invitan a reflexionar sobre el tema y una encuesta que busca actualizar datos y actuar en consecuencia. La encuesta es parte de un proyecto de la Oficina Regional para América latina y el Caribe de la Unesco, que se encara en Rosario en representación de la Argentina; en Santiago de Chile (Chile), Lima (Perú) y Montevideo (Uruguay).

Pero las acciones también pretenden imprimir un cambio de mirada cuando se habla de salud docente, ausentismo y enfermedades laborales: "Es preciso diferenciar entre control de ausentismo y promoción de la salud de los trabajadores de la educación", dice Jorge Kohen.

La diferenciación de Kohen no es ociosa. En todo caso -explica el médico- se trata de entender que uno u otro término significan diferentes visiones y prácticas sobre la salud de los educadores. Y para ser más preciso apunta: "El Ministerio hace control de ausentismo, nosotros buscamos que se promueva, proteja y aliente el cuidado de la salud de los docentes".

En este sentido, Jorge Kohen afirma que limitarse a las estadísticas recientes que indican que sin el presentismo de por medio aumentó un 70% el ausentismo de los maestros es no preguntarse en qué condiciones asistían a trabajar.

"No se puede culpar a la víctima", responde cuando es consultado sobre la representación social que tienen muchos padres, alumnos y hasta los propios maestros de quienes se ausentan valiéndose de la ausencia de presentismo

Según Kohen, esto aparece cuando el eje está puesto en el ausentismo. "Esta estrategia en salud -advierte- es sustentada en dispositivos burocráticos y sanciones represoras, que crean la imagen del maestro vago, haragán y especulador, como formas que recubren el cansancio y el desgaste progresivo de los mismos. Pero, a su vez, esto mismo condiciona la búsqueda de respuestas a un problema que desde el vamos está mal definido".
enviar nota por e-mail
contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Control de ausentismo o promoción de la salud, un dilema que plantea distintas miradas.

Notas Relacionadas
La realidad oculta y el síndrome de Burnout

Sanción a la enfermedad y aceptación de la corrupción

Trastornos y reclamos de vieja data


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados