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 sábado, 04 de diciembre de 2004  
La realidad oculta y el síndrome de Burnout

"Esta maestra no puede estar frente al aula, es evidente que tiene problemas psíquicos". El comentario podría escucharse en cualquier lugar de la provincia -también del país- con sólo observar a algunos docentes que claramente no pueden estar más frente a un grupo de alumnos. Pero no todo es tan claro para el régimen laboral actual, sobre todo cuando el estatuto del docente y las paritarias siguen siendo reclamos que ya forman parte de la historia del sector.

Es que el "no pueden estar más" no corre sólo para los casos de deterioro psíquico sino también para impedimentos físicos. Pero la legislación vigente sólo permite pasar a una denominada "tarea diferente definitiva" o "transitoria" si se tiene 18 años de antigüedad en el mismo cargo (para el primer caso) o bien 10 años (para las transitorias).

También es verdad que en estos casos los abusos -que debe controlar el Estado- existen y perjudican a quienes necesariamente deben dejar el aula.

El reclamo para que se modifique este régimen es eterno y se incluye en el listado de cuestiones que revelan cómo se atiende (o desentiende) la salud de los maestros. Al respecto, el médico laboralista Jorge Kohen apunta que tampoco en el ámbito educativo se cumple con la ley de riesgo del trabajo ni se ha revisado qué se considera un accidente laboral.

"Hay que insistir en mirar la realidad oculta", coinciden entonces los dirigentes de Amsafé Rosario y el médico que los asesora para de manera inmediata recordar cómo la docencia se vuelve cada vez más una profesión de riesgo.

También porque el deterioro emocional, la desvalorización y el contexto vulnerable donde muchas veces se enseña tiene sus implicancias en la calidad educativa.


Malestar docente
A todos los efectos permanentes de carácter negativo que afectan la personalidad del maestro y derivan de las condiciones en que se ejerce la docencia, el investigador José Manuel Esteve los denominó "malestar docente". El investigador se dedicó en la década del 80 a sistematizar los síntomas y manifestaciones fundamentalmente psicológicas.

"Malestar docente, Burnout, malaise enseignant, el profesor quemado, son todas denominaciones que aparecen en la bibliografía de los años 80 hasta finales del 90 para designar esta manifestación inespecífica de alteración de la salud, que a su vez es característica de los docentes y profesores", agrega Jorge Kohen al respecto.

Las primeras manifestaciones se advierten en el ausentismo y terminan desembocando finalmente en el abandono de la profesión.

José Manuel Esteve enumera una gradación creciente de las consecuencias que tiene el trabajo y se expresan como malestar: que empiezan con los sentimientos de desconcierto e insatisfacción ante los problemas reales de la práctica de la enseñanza, en abierta contradicción con la imagen ideal de ésta, pasan por el estrés y culminan con neurosis y depresiones.

Al respecto, de una encuesta realizada en la zona del Gran Rosario a comienzos de 2004 surge que un 18,9% de los docentes estudiados presentan el síndrome de Burnout (deterioro extremo de la salud mental). También en el mismo informe surge que el otro 81,1% "no presenta el síndrome porque obtiene o experimenta un importante nivel de realización personal en el trabajo".

Las agresiones, la violencia, el desinterés de los padres y hasta la pobreza son los factores señalados como causantes de este fenómeno que provoca un deterioro emocional progresivo.
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