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 sábado, 04 de diciembre de 2004  
Trastornos y reclamos de vieja data

El debate sobre el ausentismo es tan viejo como la problemática de la salud de los maestros. Por eso el titular de la Amsafé Rosario, Gustavo Teres, y un buen número de representantes del gremio local resaltan que "a pesar de casi dos décadas de investigaciones, y contando con resultados contundentes acerca de la multiplicidad de enfermedades laborales existentes, el Ministerio de Educación permanece insensible y ajeno a esta realidad".

Citan como ejemplo que, aunque los riesgos de la profesión hayan crecido al ritmo de la complejización de la educación, todavía sólo son reconocidas como enfermedades profesionales "las de la voz y la hepatitis".

Y, de acuerdo al análisis que realizan, esto no es casual. En todo caso tiene su explicación en el hecho de que los funcionarios responsables de Salud y de Educación no muestran "preocupación alguna por las afecciones que padecen los docentes que concurren a las oficinas de Salud Laboral".

Para los dirigentes gremiales esto explica que de manera lineal "los funcionarios adjudiquen el incremento del ausentismo a la derogación del presentismo y no al aumento del sufrimiento docente relacionado con las malas condiciones laborales y el alto grado de vulnerabilidad social existente (ver cuadro)".

A renglón seguido insisten con la afirmación que si se hubiesen tenido en cuenta los estudios y estadísticas realizados desde hace años sobre trabajo y salud docente, nadie debería sorprenderse ahora por los números.

Basta recordar que en 1988 una encuesta de Amsafé demostraba "que 7 de cada 12 docentes tenían problemas de salud" y que entre las problemáticas más frecuentes estaban alteraciones de columna, las afecciones de las cuerdas vocales, los trastornos circulatorios y las várices, entre otras.
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