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 miércoles, 16 de marzo de 2005  
Niñez sin contención. Historias de marginalidad y abandono de nenas sometidas en una vivienda de zona sudoeste
Procesan a un hombre por explotar a cinco menores que se prostituían
Lo acusaron de albergarlas, conseguirles clientes y quedarse el dinero que cobraban o mantener sexo con ellas. La más pequeña tenía 10 años. La madre de una de las jóvenes que lo frecuentaban puso el caso al descubierto

María Laura Cicerchia / La Capital

En el barrio humilde de la zona sudoeste lo conocían como el Viejo José. Su casa era el refugio y lugar de encuentro de un grupo de chicas que se habían lanzado a la calle para escapar de historias de marginalidad y el abandono familiar. Con 10 a 18 años, ellas ejercían la prostitución por su cuenta y volvían a dormir a la casa de Deán Funes 5070, cuyo dueño les daba albergue y, a cambio, exigía el dinero de su trabajo o relaciones sexuales. Ocho meses después de ser detenido por esa práctica, José Ken fue procesado y en pocos días comenzará a ser juzgado por distintos delitos de tipo sexual. Se trata de una situación idéntica a la detectada ayer por la policía en una casa en Rondeau al 1200, cuyo titular fue demorado por dar albergue a menores de bajos recursos a las que a cambio requería favores sexuales.

Ken es un desocupado de 53 años cuyo último trabajo fue como empleado metalúrgico. Antes de caer preso vivía en la zona de la seccional 19ª hasta que la madre de una de las jóvenes que frecuentaban esa vivienda fue a rescatarla. La encontró tendida en la cama de Ken, semidesnuda y acompañada por otras tres menores que parecían estar bajo los efectos de alguna droga. La mujer denunció lo que había visto y así Ken fue acusado de corrupción de menores.

Tras escuchar el relato de las chicas que paraban en esa casa, la jueza de Instrucción Alejandra Rodenas resolvió procesarlo por dos delitos graves: corrupción de menores y abuso sexual agravado por su duración, por el acceso carnal y por la edad de sus víctimas. La más chica tenía sólo 10 años.

Así Ken, que no apeló el procesamiento, será sometido a un juicio escrito en el juzgado de Sentencia Nº 2. La fiscal Alicia Donni de Donati ya formuló la requisitoria de elevación a juicio para que comience el proceso tras el cual puede ser condenado o absuelto.

Lo que palpita tras el expediente seguido a Ken es la cruda realidad de abandono de las nenas y adolescentes que lo frecuentaban. Sin contención familiar o con un trasfondo de incomprensión o maltrato, casi todas ellas escaparon desde chicas de sus hogares. Comenzaron a prostituirse siendo niñas e hicieron de esa actividad un medio de supervivencia. Algunas encontraban en el sexo pago el único medio para sostener sus adicciones.

En ese marco, Rodenas acusó a Ken de mantener relaciones sexuales con las menores e instarlas a que se prostituyeran tanto en su casa como fuera de ella. Las víctimas fueron al menos cinco chicas que ya trabajaban en la calle antes de conocerlo.

Detrás de cada declaración de las menores víctimas se lee un drama. El primero de ellos, que impulsó esta intervención judicial, fue el de R., una piba de 15 años que en junio de 2004 se fue de su casa. Su madre empezó a buscarla y la encontró en la precaria casa del Viejo José, a quien denunció.

"No recuerdo haber tenido relaciones sexuales con él. Eso no quiere decir que no haya ocurrido, porque yo andaba reloca todo el tiempo", dijo la chica, adicta a la marihuana y al pegamento. En esa oportunidad R. nombró a las otras cuatro chicas que solían dormir en la casa del Viejo. "Nos presentaba gente, amigos. Pagaban 50 pesos y él se agarraba 40. Con los otros 10 nos compraba porros y era lo único que nos daba", agregó.

Al saber que había más menores en esa situación la policía comenzó a rastrearlas. A la más chica de todas ellas, E., de 10 años, la encontraron en un local del subsuelo de la galería Mercurio, de Sarmiento 958, donde había pedido alojamiento a una amiga ajena al mundo de la prostitución.

"Ese hombre aguanta a las menores en la casa. Somos muchas las chicas que cuando nos escapamos vamos a la casa de él. A la noche salimos a trabajar a calle Godoy. Llegan tipos grandes en autos y camiones y me pagan antes de ir al hotel. Con la plata me compro solución Dini (pegamento para aspirar) en la esquina de la casa de José", narró.

La criatura, que había fugado de su casa y luego de un hogar de día, se había anotado en la escuela ese año pero enseguida abandonó. Con cuerpo de niña, se prostituía desde los nueve. Vivía deambulando y casi no comía. "Apenas llegué a lo de José lo único que hacía era drogarme con Poxirán, hasta que me empezó a decir que para estar ahí lo tenía que atender. Después de trabajar vamos a dormir a la casa de José todas juntas o las que pinten. Algunas veces me acosté con él. Lo atendía una sola y al otro día le tocaba a otra", narró la chica, que entonces quedó a disposición de un juez de Menores.

Tras la detención de Ken, el 18 de julio también fue localizada otra jovencita de 14 años que se prostituía desde los 12. Ella dijo que el hombre había llegado a pegarle por negarse a tener sexo.

Cuando las historias de estas chicas y su relación con el Viejo José salieron a la luz, los mismos jueces a cargo del caso denunciaron la ausencia del Estado para afrontar los efectos que la marginalidad produce en la niñez. En este contexto, el procesamiento de Ken apunta a sancionar conductas fuera de la ley. Un castigo necesario, que no modifica las causas de la prostitución infantil.
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Las menores encontradas en la casa ejercían la prostitución desde antes.

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