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 domingo, 05 de diciembre de 2004  
Panorama político
Obeid cantó victoria y el PJ comenzó a mostrar fisuras

Mauricio Maronna / La Capital

Jorge Obeid puede golpearse el pecho y decir: "Yo fui el gobernador que derogó la ley de lemas". El mandatario provincial disfruta por estas horas de su primer remanso desde que asumió, aunque, en cuestión de días, un cimbronazo político alterará su tiempo dorado: la ruptura del bloque de senadores justicialistas.

Sin clamor popular ni fiesta en las calles, la demonizada ley de lemas pasó a la historia dejando en el camino una retahíla que necesita ser analizada con rigor y honestidad intelectual. Adjetivar contra la norma caída en desgracia resulta tan obvio como pedir un vaso de agua tras una travesía por el desierto.

Los dos últimos turnos electorales en la provincia (2001 y 2003) se convirtieron en un vale todo apto para mantener en vigencia los rostros, modos y fines de quienes encarnan lo peor de la política. Hecha la ley (al no aplicarse el mínimo tamiz para controlar el variadísimo menú de candidatos), hecha la trampa. Aunque casi nadie se detuvo en señalar que el uso y abuso de los lemas fueron propiedad de todo el arco político.

El sistema hoy muerto y enterrado le permitió al PJ conservar el invicto electoral en el Ejecutivo pero también le otorgó un efectivo plus a buena parte de los partidos de la oposición para ganar bancas en la Legislatura (caso Patricia Sandoz), retener la Intendencia de Rosario y sumar presidencias comunales en el interior.

La hojarasca del palabrerío, desde que Obeid mandó el proyecto al Palacio de las Leyes hasta la derogación de la norma, anestesió a la sociedad civil. Frente a todos los pronósticos que avizoraban multitudes festejando en plazas y balcones, la caída del sistema generó menos interés popular que la programación de Canal 7.

El final de la novela, sin embargo, no puede obviar las derivaciones políticas. Para el gobernador se trató del primer jalón desde el 11 de diciembre, y para la oposición un triunfo político que demuestra la importancia de haber dejado sentado como leit motiv la siguiente ecuación: PJ + ley de lemas: fraude. Ahora comienza otra historia, y deberá ser contada con el mismo énfasis.

De movida debe decirse que el sistema de internas abiertas, simultáneas y obligatorias (tal como ingresó a la Legislatura) tiene ítems, vacíos legales y prescripciones que, peligrosamente, lo convierten en otro engendro: en Santa Fe, desde ahora y hasta el 2007, se vivirá en estado de politiquería permanente. En marzo próximo comienza a desandarse el cronograma electoral que tendrá como primera parada crucial las internas en todos y cada uno de los partidos, corporaciones o alianzas.

Los habitantes de todos los pueblos o ciudades de la provincia deberán elegir desde candidatos a presidente de comuna a gobernador. Un pequeño ejemplo ilustrativo muestra el estado de situación: ¿qué pasará en aquellas pequeñísimas localidades (como ha sucedido) que tengan, apenas, un candidato de la UCR y otro del PJ? ¿Qué sucederá si el que sacó menos votos en la interna es el ganador en la general? Apostillas como estas se multiplican luego de leer detenidamente la ley que ya está en vigencia y que les vuelve a dar un formidable protagonismo a los aparatos (clientelismo y punteros incluidos).

El culebrón legislativo detonó en la interna del PJ como una bomba neutrónica. En el transcurso de la semana quedará formalmente consolidada la ruptura del bloque de senadores.

La mayoría del grupo que se abroqueló para impedir la derogación (Joaquín Gramajo, Alberto Crossetti, Jorge Malugani, Ricardo Spinozzi, Hugo Pucheta y Norberto Betique) pegará el portazo aduciendo "marcadas diferencias" con el sector político que responde al armado del operador Juan Carlos Mazzón, que se referencia en la Liga de Intendentes (Juan Carlos Bacalini, Jorge Malugani, Armando Traferri, José Baucero, Héctor Ocampo y Alcides Calvo). Al momento de escribirse esta columna, Juan Carlos Mercier y Daniel Depetris no habían fichado en ninguno de los dos sectores.

"El bloque no existe, pero la ruptura no está fundada exclusivamente por los vaivenes de la ley de lemas. Acá hay una notoria inclinación de algunos senadores por todo lo que hace y dice Mazzón. Nosotros somos reutemistas, pero también apoyamos fervientemente la gestión del presidente (Néstor) Kirchner", apuntó uno de los legisladores rupturistas.

El lunes habrá un encuentro de este grupo con el asesor presidencial José Pepe Salvini, artífice nacional de lo que este diario anticipó hace varias semanas: el kirchnerreutemismo hará su debut el viernes próximo en un teatro de calle San Lorenzo pero sin el Lole, que ese día estará en Italia.

Si unos están con Mazzón, otros con Reutemann y todos con Kirchner, las preguntas aparecen a borbotones: ¿quiénes son los referentes de Obeid en la Cámara alta? ¿La atomización pone en peligro la gobernabilidad?

El titular de la Casa Gris deberá surfear la ola con esa iconografía aunque cuenta con el acicate de haberles torcido el brazo a los díscolos con la derogación de la ley de lemas que, a priori, aparecía como la madre de todas las batallas. Además, el reutemismo de la capital provincial (que se reunió ayer con el senador nacional) duda en sumarse al acto previsto para el viernes, al que visualiza como "una interna rosarina".

El gobernador tendrá resuelto el problema de la gobernabilidad si hace realidad lo que pregona su eslogan comunicacional: "Gestión, más gestión, más gestión".

Para el final, un dato no puede pasar desapercibido: tras haber puesto a Eduardo Duhalde contra las cuerdas, Kirchner atrajo al PJ santafesino como un encantador de serpientes.

Si el poder seduce, el poder absoluto seduce absolutamente.
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