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 domingo, 05 de diciembre de 2004  
"No hagan mala arquitectura para hacer buenos negocios"
El reconocido arquitecto Mario Alvarez llamó a sus pares rosarinos a reflexionar

Mario Roberto Alvarez ingresa al sitio pautado para la entrevista y de inmediato despliega una vitalidad increíble para sus 91 años. Recuerda que cuando era joven alguien le dijo que como no tenía parientes ricos ni relaciones, nadie le iba a dar trabajo como arquitecto. Nada más alejado de la realidad. Hoy es uno de los profesionales más reconocidos de Sudamérica, su fama llega a Europa y entre sus obras figuran la torre Le Parc y el club Hípico Argentino en Buenos Aires; y el edificio inteligente de la Bolsa de Comercio y la sucursal del Banco Nación (Córdoba y San Martín) en Rosario.

En diálogo con La Capital, el flamante doctor honoris causa de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) repasó su vida y analizó el momento urbanístico que vive la ciudad. Eso sí, dejó un alerta para los arquitectos locales: "Espero que no se desborden haciendo mala arquitectura para hacer buenos negocios", sentenció.

-¿Es verdad que cuando empezó a estudiar le dijeron que con su apellido no iba a llegar a ningún lado?

-Me dijeron que como no tenía parientes ricos ni relaciones, nadie me iba a dar trabajo. Pero la arquitectura era mi vocación. Siempre dije que prefería ser empleado de un arquitecto que me gustara, a tener que trabajar de otra cosa que me diera dinero. Quería ser arquitecto y lo logré.

-Y mal no le fue...

-Nunca pensé que iba a llegar a tener el estudio de arquitectura que tengo. Trabajar de lo que a uno le gusta es un don y un privilegio.

-¿Se arrepiente de algo?

-Creo que me dediqué más a la arquitectura que a mi familia. Por eso me casé viejo, porque si lo hacía antes las responsabilidades me iban a hacer trabajar en lo que no debía. En la vida hay que optar, yo opté por este camino y estoy contento. Pude cumplir con mi vocación.

-Sus obras siempre se caracterizan por presentar una arquitectura sencilla e inteligente.

-Es que pertenezco a una generación de arquitectos que nos alejamos del academicismo. Siempre traté de hacer una arquitectura sencilla y simple. Lo exagerado y rimbombante llama la atención pero empacha.

-Su proyecto de construir en Rosario la torre Aqualina (un edificio de 39 pisos que se levantará en avenida Libertad y San Luis) fue resistido por algunos vecinos y concejales.

-En mis obras siempre procuro armonizar con el entorno y esta obra no va a ser discordante. Es muy gratificante para mi hacer esta torre, que puede que por su altura sea más representativa que otros edificios, pero va a armonizar con el entorno.

-¿Cómo ve urbanísticamente a la ciudad?

-Rosario tiene una gran planificación urbanística y además está experimentando un boom inmobiliario. Eso sí, espero que aprovechando este progreso los arquitectos no se desborden haciendo mala arquitectura para hacer buenos negocios.

-¿Por qué nunca ejerció la docencia?

-Porque desde mis épocas de estudiante vengo criticando a los profesores que en vez de dedicarse con amplitud a sus alumnos viven en clase mirando el reloj para irse a su oficina. El docente universitario debe dedicarse con generosidad a sus alumnos y yo no tenía tiempo.

-¿Alguna vez sugirió que en Rosario el estadio mundialista tendría que haber sido la cancha de Newell's?

-Sí, fui presidente de la comisión de estadios y subsedes en 1978 y convencí a las autoridades de la AFA de que en realidad no había que construir estadios. En Chile habían hecho uno solo, en Inglaterra habían arreglado Wembley y yo estaba convencido de que en Argentina había que intensificar los trabajos en la cancha de River y en Rosario se tenían que realizar obras en Newell's porque su ubicación en un parque era ideal. Más allá de esto, consideraba más importante hacer hoteles que estadios.

-¿Y qué sucedió?

-Hubo un cambio político y renunciamos todos. Al día siguiente se hizo todo al revés. Construyeron estadios en Mendoza, Córdoba, Mar del Plata y Víctor Vesco consiguió que en Rosario la sede fuera Central.

-¿Alguna vez imaginó que iba a lograr tanto reconocimiento?

-No, yo aspiraba a ser un profesional dedicado y entusiasta, y los reconocimientos se dieron. En realidad, creo que en la vida hay gente que tiene suerte, y yo la tuve.
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Alvarez, doctor honoris causa de la UNR.

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