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 sábado, 09 de octubre de 2004

Perros sueltos y sentido común

U na vez más se ha instalado entre los rosarinos el debate sobre los animales, especialmente canes, que viven, comen, hacen sus necesidades y se reproducen en la vía pública. Muchos ciudadanos, a través de cartas de lectores que llegan a este diario, opinan que una ciudad como Rosario, la segunda del país y en pleno desarrollo, no puede tolerar que verdaderas jaurías se paseen libremente por la zona céntrica o por los barrios.

Sin embargo, las opiniones están divididas y las voces que se oponen a que los animales sean retirados de las calles no son pocas. Grupos protectores de los animales y personas en forma individual protestan cuando la Municipalidad, en su rol de fiscalizar la salud pública y el respeto por las normas, recoge a los canes, los cura de sus heridas, los alimenta adecuadamente y los esteriliza para entregarlos luego en adopción. El propio titular del Instituto Municipal de Sanidad Animal (Imusa), el veterinario Adrián Santos, consideró que lo mejor que le puede pasar a un perro es tener una familia que lo quiera ya que la calle no es una buena opción de vida. Ese mismo día, vecinos de Tucumán y Entre Ríos revelaron que desde un camión se "tiró" a una docena de perros. La sospecha de que algunas personas adoptan animales en el Imusa y luego los devuelven a la calle tiene rasgos de veracidad. El mismo Santos y grupos protectores de animales así lo admitieron.

Sobre este tema, del que La Capital ya se ha ocupado con anterioridad, es necesario adoptar posiciones que contengan sentido común. Pedir a las autoridades que cumplan con la ley y que intervengan para que cada animal tenga un dueño y no deambule enfermo y herido por la calle no significa que haya que sacrificarlos o exterminarlos. Por el contrario, nada mejor que perros cuidados, alimentados y con familia. Pero las calles no son un lugar para ese propósito. ¿Qué reacción tendría la gente ante un imprevisto brote de rabia? Que en Rosario y la región no se registren casos de esa enfermedad desde hace muchos años no significa que la ciudad esté inmune contra ese flagelo mortal. En el norte del país hay muchos casos y los perros sueltos, sin control veterinario ni vacunación, son un blanco perfecto para posibles contagios. Ser precavido y anticiparse a las desgracias debe ser una actitud permanente de las autoridades.

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