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 domingo, 02 de diciembre de 2007  
Un infiltrado entre los sacerdotes
A fines de los 60 el ex agente espió a los curas del Tercer Mundo, cultivando un perfil progresista

Las tareas de inteligencia realizadas por Jorge Pérez Blanco se remontan a tiempo antes de la dictadura, el período al que se refirió su ex compañero Gustavo Bueno. Ex integrantes del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo recuerdan que, presentándose como pastor de una iglesia de la zona sur de Rosario, participó de las reuniones de reflexión que hacía el grupo y que integró la comisión de efectivos del ejército que detuvo al sacerdote Santiago MacGuire, en 1971.

   Oscar Lupori, con una extensa trayectoria ligada al Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, participó en aquel movimiento que comenzó a gestarse en la segunda mitad de los años 60 en torno a la idea de que la fe significaba “una vivencia de liberación”. Los Sacerdotes del Tercer Mundo organizaban por entonces reuniones de reflexión teológica-política, en que se leía la Biblia y se analizaban cuestiones sociales y de la actualidad.

   Uno de los asistentes a esas reuniones, recordó Lupori, fue Jorge Pérez Blanco, quien se presentaba como pastor de la Iglesia Evangélica Luterana Unida. “Parecía un tipo progre”, dijo.

   Pero el disfraz quedó al descubierto poco después, en 1971. El Ejército desarrollaba entonces una serie de operativos en relación al secuestro del cónsul inglés Stanley Sylvester y decidió hacer una razzia entre los sacerdotes del Tercer Mundo. Así fueron detenidos Juan Carlos Arroyo, Santiago MacGuire, José María Ferrari y Néstor García.

   “Pérez Blanco encabezó el pelotón que fue a detener a MacGuire. Como conocía su carácter, lo chicaneaba, trataba de provocarlo para que reaccionara. Ahí descubrimos quién era ese señor. Fue algo que nos provocó una gran conmoción. «¿Sabés quién fue adetener a MacGuire?», era el comentario de entonces”, dijo Lupori. Mientras tanto, “había destruido su comunidad religiosa en la zona sur”.

   El rastro del agente reapareció en 1984 cuando el pastor Hugo Urcola, de la Iglesia Metodista e integrante de la Conadep local, quien recibió los datos sobre Pérez Blanco de parte de la Conadep central y los entregó al juez Martínez Fermoselle.

   “El pastor es una figura bíblica. Es el que cuida a las ovejas, el que las protege. Pérez Blanco se puso del otro lado. No fue el pastor, sino el lobo”, dijo Lupori, que es profesor de la UNR.
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