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domingo,
02 de
diciembre de
2007 |
“Estoy preso de mi trabajo y de mis propias condenas”
Ponta Porá (Brasil).— El juez brasileño Odilon de Oliveira, quien actúa en el estado de Mato Grosso do Sul y tiene bajo su jurisdicción la frontera seca con Paraguay por la que ingresa a Brasil la mayor parte de la droga, vive bajo permanente custodia policial por las amenazas de muerte que recibe. “Estoy preso de mi trabajo y mis condenas”, aseguró el magistrado.
Según datos divulgados por la revista Epoca, desde mayo de 2004 —cuando asumió el cargo— Oliveira condenó a 114 traficantes, cuya penas sumadas llegan a 920 años de prisión. Durante el mismo período, desmanteló organizaciones de lavado de dinero, pidió la extradición de más de 50 brasileños presos en Paraguay, e incautó a los narcos 30 mansiones, 14 avionetas, decenas de autos, departamentos y 12 estancias obtenidos con el tráfico de drogas.
“Para vencer la guerra contra los narcos tenemos que quebrar el brazo financiero de los traficantes”, explicó el juez. Y aseguró: “Sólo así podremos asegurarles a las futuras generaciones que el crimen no compensa”.
Sin libertad. El costo personal de su actitud son varias amenazas de muerte y la consecuente pérdida de su libertad. Oliveira convive con su familia y nueve agentes federales que lo acompañan las 24 horas del día, y desde hace 3 años no sale de su hogar, en un campo militar. Incluso, las caminatas que acostumbra hacer en sus horas libres, las realiza en esa unidad de Campo Grande, capital provincial, y bajo custodia.
“Estoy preso de mis condenas como los traficantes, la única diferencia es que tengo las llaves de mi prisión”, resumió el juez. “Pero no puedo dejar que el crimen prevalezca a cambio de dormir tranquilo y caminar sin (guardias de) seguridad”.
En 2004, al asumir el cargo en el estado brasileño por el que ingresa el 70 por ciento de la marihuana y la cocaína que llegan de Paraguay, el crimen organizado estaba dispuesto a pagar hasta 100.000 dólares por su asesinato. Algún tiempo después, el diario paraguayo La Nación reportó que la “cotización” de Oliveira en el mercado criminal por encargo había subido a 300.000 dólares. “Estoy valorizado”, bromeó el juez al conocer la noticia. (DPA)
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