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domingo,
02 de
diciembre de
2007 |
Olimpo se dio el inmenso gusto de golear a River
Olimpo celebró ayer una jornada histórica. Hizo leña del River caído, le propinó una impresionante goleada de 4-0 y salió momentáneamente de la zona del descenso directo, salteó la de Promoción y se puso, al menos por un rato, traje de equipo permanente de primera. Todo en un partido y a expensas del River poderoso de otrora al deslucido de ahora.
River cayó ante Olimpo como ya lo había hecho ante los otros tres ascendidos (Tigre, Huracán y San Martín de San Juan), esta vez con un derrumbe que se insinuó a los 21 minutos del segundo tiempo, cuando el ex Independiente Páez anotó el segundo con un golpe de cabeza. Y se certificó poco después, con expulsión de Gerlo y penal que fue atajado por Ojeda pero que Lujambio convirtió de rebote.
Hasta ese momento, incluso, la victoria de los aurinegros podía considerarse un tanto exagerada comparada con los merecimientos, ya que eran los primeros momentos de superioridad clara de Olimpo, que la había pasado mal en toda la primera etapa.
Los dos se mostraron ambiciosos desde el comienzo, con movilidad y apertura por las puntas, aunque River apeló más a la media distancia, mediante sendos disparos de Domingo y Ponzio.
Sin embargo, tras un córner desde la derecha, Oliva pifió el rechazo y Pinto, un ex Boca, encontró un rebote afortunado para poner el 1-0 con un toque esquinado.
En ventaja, Olimpo tomó más precauciones, aunque sin renunciar a la contra.
La segunda mitad de la etapa fue de River. Insistente, encontrando algún hueco por la derecha se acercó en busca del empate, pero sin lograr su cometido.
River arrancó el complementocon la misma intención ofensiva, pero Olimpo plantó su defensa más adelante, tratando de robar pelotas para salir rápido de contra. Así emparejó el trámite.
Hasta que Diego Barrado, a los 12 del complemento, sacó un centro a la cabeza de Satanás Páez, que clavó un 2-0 legítimo, pero injusto por lo hecho por River.
A los 28, Gerlo vio la roja y ahí terminó el partido. Después llegaron los gritos de Lujambio y del juvenil Leandro González.
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