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 domingo, 11 de noviembre de 2007  
Expectativa por la beatificación de Ceferino Namuncurá
Descendientes del beato viajan desde Neuquén para presenciar la ceremonia

Alfredo Montenegro / La Capital

“Mucha expectativa y emoción se vive hoy junto a tantos amigos de Ceferino que esperaron durante años este momento. Esta experiencia es compartida también con hermanos mapuches, quienes participan en lo que es una fiesta de la Fe”, dice el padre Ricardo Noceti, de la parroquia de Nuestra Señora de Luján, en la localidad de Chimpay, Río Negro, que hoy es el epicentro de la beatificación de Ceferino Namuncurá.

   Hasta esa pequeña población del departamento Avellaneda arribaron también los descendientes de Namuncurá para participar en la celebración, aunque animados por otros deseos. Alicia Namuncurá —nieta de Aníbal Namuncurá, uno de los hermanos de Ceferino— cuenta: “Nuestros antiguos familiares vivieron en Chimpay, pero debieron abandonarlo cuando esas tierras fueron entregas a un coronel, entonces Manuel Namuncurá (padre de Ceferino) y su comunidad se trasladaron a San Ignacio, 60 kilómetros al noreste de Junín de los Andes, Neuquén. Esa es nuestra tierra y somos muchos sus descendientes y viajamos a Chimpay unos docientos. Los restos de Ceferino deben estar en estas tierras de la comunidad, donde ya levantamos un templo”.

   La beatificación tendrá lugar a partir de las 11 y será presidida por el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, delegado del papa Benedicto XVI.

   El sacerdote Ricardo Noceti, de 62 años y nacido en Luis Beltrán, localidad cercana a Chimpay, resalta que “la Iglesia ha organizado la ceremonia central con fragmentos en lengua mapuche, porque son muchos los hermanos de esa procedencia”.

   Sobre la diferencia entre beato y santo, el religioso explicó que “la canonización no agrega mucho y el paso más importante es la beatificación. Sólo falta comprobar un milagro más para alcanzar el grado superior, pero eso puede llevar años para documentarlo, aunque hay un sinnúmero de gracias realizadas que fueron adjudicadas a Namuncurá”.

   Al referirse a la posible diferencia entre la cosmovisión del pueblo originario y la católica, Noceti admitió que “los mapuches tiene una ancestral religiosidad y siguen con ella, pero muchos veneran al nuevo beato y concurren a sus celebraciones, unas 25 comunidades de Argentina y cerca de 200 miembros de los que habitan Chile participan hoy de los festejos. Ellos lo consideran un nehuen, un espíritu elegido”, una persona con energía, fuerza y capacidades diferentes que pueden guiar a su pueblo.



Lejos de su gente. En la colonia indígena de San Ignacio, en la confluencia del arroyo de ese nombre con el río Aluminé (Neuquén), está el asentamiento definitivo de la tribu. Allí residen unas 24 familias descendientes del beato. Alicia Namuncurá, su sobrina nieta, tiene 40 años y trabaja como empleada domestica. Viajó a Chimpay con uno de sus dos hijos, “mientras el otro queda cuidando la casa”, dice.

   “Hoy sentimos una emoción muy grande, es nuestro antepasado. Pero antes no nos llamaba demasiado la atención y no se hablaba tanto de él. Fui desde niña al colegio Ceferino, estaba como pupila pero me cansé de estar encerrada y dejé de estudiar”, recuerda la descendiente del beato.

   Consultada sobre el posible choque entre la pertenencia mapuche y la cuestión católica, resaltó: “Estamos con la cultura mapuche, mi papá Celestino es lonko y siempre luchó por nuestros derechos. En la comunidad se le enseña a los niños nuestra lengua y realizamos los ritos como las rogativas. Pero se convive con el catolicismo, no se hace diferencia”.

   En la colonia la actividad productiva se centra en la cría de ovejas y el cultivo de papa y maíz. “Hemos logrado títulos sobre la tierra, pero falta más”, destaca Namuncurá.


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Peregrinos de distintos puntos del país en Chimpay, donde ayer comenzaron los festejos.

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