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domingo,
21 de
octubre de
2007 |
Central perdió de nuevo y sigue en caída libre
Aníbal Fucaraccio / Ovación
No hay caso. Todo lo que intenta no le sale. Todo lo que piensa no sabe conducirlo. Y todo lo que aspira se vuelve un castigo. Así anda Central en el Apertura. Aturdido. En caída libre en lo deportivo y con enfrentamientos de barras que lo vuelven una olla a presión. Por eso cayó ayer 2 a 0 ante Vélez en el Gigante. El conjunto de Ischia volvió a desnudar su inconsistencia. Otra vez dejó la sensación que cualquiera que se le planta lo lastima y lo hunde.
Los canallas arrancaron con toda la furia. No había pasado un minuto cuando Ledesma ya había cabeceado una pelota en el travesaño. En la siguiente jugada Papa entró sólo por la izquierda pero Montoya le ahogó el grito. Central insinuó pero se quedó sólo en eso. No tuvo claridad ni resto para más. Cedió demasiado temprano.
A partir de allí todo fue desorden. La confusión le ganó la pulseada al fútbol. Y en el reino de los mareados ninguno pudo asomar la cabeza con suficiencia.
A los 4’. Balvorín estuvo cerca de abrir el marcador con una media vuelta que tapó Alvarez. El partido navegaba en la intrascendencia. La levedad copó la escena y le cedió protagonismo a los nervios. Cada pelota era una excusa para el entredicho y las tarjetas.
A los 21’ Raldes despejó corto y Lima, a la carrera, reventó el travesaño. Fue un aviso. Vélez llegaba poco pero era más peligroso. Fue así que a los 36’, una falta le permitió a Lima tomarse revancha y con un exquisito tiro libre anotó el primer tanto.
Pero como ninguno de los dos equipos tenía ideas, y mucho menos aplomo, el Fortín puso en riesgo su botín con la tonta expulsión de Méndez por un codazo al Kitu Díaz antes del descanso.
Pero este Central ni siquiera aprendió a aprovechar las contingencias que se les presentan favorables. Ese hombre de más, sólo le brindó energías para 20 minutos de arrebato. Ischia puso a Messera y Castillejos por Papa y Vizcarra, modificó el esquema y fue por la heroica, que nunca llegó. Central no generó situaciones de riesgo en ese lapso. Sólo contó con un tiro libre de Costa y un remate de lejos de Arzuaga. Poco, muy poco.
Encima, esa mezcla de músculos alterados que ofrecía el complemento, desembocó en dos golpes mortales para las ambiciones canallas. El Kily González, por exceso verbal, y el colombiano Arzuaga, por supuesta simulación de un penal, fueron expulsados en menos de cinco minutos y el castillo de naipes se desmoronó.
Desde allí todo quedó a pedir de Vélez que asustaba con cada contraataque. Los auriazules iban ciegos por el empate pero se toparon contra un muro de limitaciones e impotencia.
Ya en el adicional Alvarez se equivocó feo en la mitad de la cancha y le sirvió el gol al Toti Ríos, que no lo gritó. Ese fue el tiro de gracia que dejó por el piso las ansias canallas de reacción. Todo fue deseo y decepción. Una vez más. Así, las sombras avanzan y no se percibe ningún guiño de luz al final del camino.
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Fotos
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Lamentos. Arzuaga, Borzani, Vizcarra y Díaz reflejan la resignación.
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