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 domingo, 21 de octubre de 2007  
Final feliz. La Capital habló ayer con la madre de la bebé y su apropiadora, las protagonistas de la historia
Apareció la beba que habían robado del Centenario
Se la había llevado una chica de 20 años que perdió dos embarazos. Ayer se mostró arrepentida

Lucas Ameriso / La Capital

Después de casi tres días de angustia, finalmente se develó el misterio en torno a la desaparición de Selene. La beba de seis días que había sido robada el jueves del interior de la sala 5 del Hospital Centenario apareció sana y salva en la madrugada de ayer.

   La madre y la suegra de una joven de 20 años que se la había apropiado en el centro asistencial se presentaron en la comisaría 24ª de Granadero Baigorria para restituirla a su madre. Ante el relato, la policía le tomó declaración a Jesica Aquino, la veinteañera que quedó en libertad pero a disposición del juez de Instrucción Nº7, Eduardo Suárez Romero.

   El magistrado ordenó la internación de la pequeña Selene en la sala de Neonatología del Policlínico Eva Perón, donde pudo reencontrarse con su mamá María Peralta, quien hoy, según le adelantó a La Capital, vivirá su “mejor Día de la Madre” y cargó contra los responsables del hospital (ver aparte). Ahora, resta determinar las responsabilidades que les caben a todos los integrantes de una historia donde se conjugaron la desesperación, el desconsuelo y el alivio.

   El desenlace llegó por sus protagonistas y no por el accionar policial. Atrás quedaron las muestras de ADN que se le iban a hacer sobre extracciones de sangre a la beba, el fotofit con la imagen de la apropiadora y el alerta a todos los hospitales.

   Todo se precipitó a la 1 de ayer. Dos horas antes la policía había allanado cuatro domicilios en la zona sur de Rosario sin resultados para la investigación. Y fue la familia de Jesica la que tomó la decisión de cortar por lo sano y devolver a Selene en la comisaría 24ª. La madre y la suegra de la chica que se la apropió se percataron del engaño que había urdido la mujer.

   Las razones por las cuales la joven de 20 años se llevó a la bebita tienen aristas sociales, culturales y profundamente personales (ver página 4). Pero lo que está claro es que la apropiadora —y siempre según su relato— dialogó con una enfermera de la sala 5, tomó a la beba, estuvo sentada con ella esperando los resultados de unos análisis ginecológicos y se fue caminando entre los policías que patrullaban el Centenario sin que nadie la consultara. Tomó un taxi y simplemente se escapó. Su presencia no quedó asentada en ningún documento del hospital y tampoco la ausencia de Peralta, que se había ido “a comprar pañales” (ver aparte). ¿No se puede proveer de algo elemental desde el propio efector? Si bien un hospital no es una cárcel, ¿se puede ingresar a un box con neonatos tan fácilmente y sin la mirada atenta del personal?

   En el medio los pesquisas tejieron un sinnúmero de hipótesis propias y las que les llegaban de las declaraciones testimoniales. En un caso tan delicado ninguna pista se puede descartar, mucho menos a medida que avanzan las horas. Pero ocurre en casos donde los protagonistas son víctimas de la pobreza y exclusión, donde se instalan ideas en el imaginario social en forma inequívoca. Y la idea de la venta de la beba, o simplemente la entrega no estuvo ajena a un discurso donde muchas veces se condena antes de conocido el veredicto.

   Aquino vive junto a su pareja Lucas en el Remanso Valerio de Granadero Baigorria. En su declaración ante los efectivos de la comisaría 24ª dio las razones de la sustracción, tras lo cual el juez Suárez Romero ordenó que quedara bajo custodia de su madre.

   Selene fue internada en el Eva Perón, donde ayer los responsables de neonatología indicaron que se encontraba en buen estado de salud y bajo tratamiento contra la ictericia.
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La sala de neonatología del Policlínico Eva Perón fue el sitio en el que la beba se reencontró con su madre.

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