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 domingo, 31 de diciembre de 2006  
Para beber: las uvas de la suerte

El brindis de fin de año es una costumbre inevitable. No importa que más de una piense en lo inútil que resulta levantar la copa deseando lo mejor para los presentes, a sabiendas de que la cosa va a quedar sólo en las ganas de un futuro venturoso. Lo seguimos haciendo porque en el fondo de nuestro corazón esperamos que los sueños se cumplan.

La historia de esta práctica y su relación con el veneno y las conquistas ya la hemos comentado en otras oportunidades, pero las uvas están presentes en cuanto ritual tenga que ver con los buenos augurios, el renacer, con volver a brotar cuando parecía que sólo quedaba un tronco seco. Y como esta columna se trata sobre todo de uvas, nos comeremos las 12 uvas, como hacen los españoles al compás de las campanadas, cuando el año apenas empieza a despuntar.

Parece que esta costumbre no es muy antigua, habría nacido por 1909, y tiene como impulsores a los vinicultores alicantinos decididos a que el excedente de fruta de ese año no se echara a perder. Así, para salvar lo que había sobrado de la cosecha no tuvieron mejor idea que comerlas al sonar del carillón para recibir el nuevo año. Es fácil suponer que de ahí al convencimiento de que esta costumbre traería buena suerte, hay sólo un paso.

Cabe aclarar que el hábito de comer determinados alimentos para celebrar el cambio de año no es nada novedoso, y como tantas otras cosas relacionadas con el vino y la gastronomía se remonta a la época del Imperio Romano, más precisamente al culto al dios Janu, una deidad bifronte con una cara joven simbolizando el tiempo por venir; la opuesta de anciano, representado el ciclo que se despedía. El rito consistía en ofrecer miel, dátiles e higos a las amistades y sabores dulces para contagiar al período que se iniciaba para que quedaran en el olvido los amargos días pasados. Tradición que por esos vericuetos de la vida derivó en la ingesta de lentejas, portadoras de prosperidad económica, práctica muy arraigada en Italia.

Volviendo a las uvas, no es fácil tragarlas una tras otra sin atragantarse por lo que quienes lo consigan tendrán como recompensa 12 meses de prosperidad, y si han podido pedir un deseo por cada una, sin volverse moradas en el intento, no hay duda de que todos se cumplirán. Después, a brindar con lo que sea, pero a levantar la copa, y si de tradiciones se trata y tienen algo de oro a mano, yo lo echaría en la bebida, a ver si llega a ser cierto que traerá fortuna. ¡¡¡Felicidades para todas!!!
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