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 domingo, 22 de octubre de 2006  
Neonaticidio. Revelaciones de un dictamen interdisciplinario a una joven de Arroyo seco presa por filicidio
Dicen que una mujer mató a su bebé sin saber lo que hacía
Negó su embarazo, dio a luz sin ayuda, envolvió el cuerpo y lo arrojó a la basura. Una junta médica evaluó que tuvo una psicosis momentánea por una grave crisis que aún la mantiene agobiada. Y pidió que no la condenen

Un dolor intenso, punzante, marcó el fin de un embarazo que Carolina había ocultado a los ojos de su familia. Dio a luz en silencio en su casa de Arroyo Seco a una beba que el 31 de mayo pasado apareció muerta en un basural, con signos de asfixia y un golpe en la cabeza. Desde hace cuatro meses está presa, acusada del homicidio de su hija recién nacida. Una acción que, según el resultado de una reciente pericia psiquiátrica, no fue capaz de comprender: el estudio concluyó que la joven sufrió un trastorno psicótico durante el parto que anuló su conciencia. Quienes la entrevistaron, psicólogos y abogados, pidieron que sea considerada inimputable en la causa por homicidio calificado que afronta en un juzgado penal. Y remarcaron que la chica atraviesa una persistente angustia, se culpa por lo ocurrido y no termina de entender qué pasó.

Acaso la tarea más difícil que le espera a la joven de 26 años, aún más dura que el encierro, sea enfrentar su propia historia. "Actuaba como si no fuera a tener un bebé. Como si no pasara nada. No me sentía embarazada. Me sentía gorda". Así describió Carolina G. cómo transcurrieron los nueve meses de un embarazo inesperado, fruto de una relación ocasional. Al cabo de cinco entrevistas con ella, los profesionales de una Junta Especial en Salud Mental del Ministerio de Salud provincial advirtieron que una rígida moral le impidió aceptar que ese embarazo era resultado de una infidelidad.

Eso la llevó a negar su estado al punto de actuar "como una autómata" después de dar a luz, cuando limpió la habitación, envolvió el cuerpo de la criatura en una bolsa de consorcio y lo arrojó al contenedor ubicado justo enfrente de su casa. El informe llegó la semana pasada al juzgado de Instrucción Nº 6, a cargo de Raquel Cosgaya, donde Carolina está acusada de homicidio calificado. La pericia no es decisiva: ahora la magistrada analizará el estudio, en relación con otras pruebas, para resolver si procesa o no a la joven. El miércoles pasado su abogado, Froilán Ravena, pidió que la dejen en libertad.

De acuerdo con la pericia, su caso es idéntico a los de mujeres de otros países que mataron a sus hijos recién nacidos. Un asombroso patrón de conducta se repite en todos ellos: los crímenes fueron cometidos por mujeres con escasa vida social, un cuadro familiar similar, al término de embarazos ocultos que fueron resultado de un encuentro casual. Es común que, a causa de un trastorno psíquico momentáneo, tengan conductas extrañas con el cuerpo del bebé (como arrojarlo a la basura) y sostengan que la criatura estaba muerta sin poder dar cuenta de lo sucedido (ver aparte).

La junta médica fue convocada por la jueza Cosgaya para determinar si Carolina comprendía sus actos al momento del hecho y, en consecuencia, si puede afrontar una acusación penal. El médico psiquiatra Mariano Molina, la psicóloga Paula Aramburu, la trabajadora social Adriana Sagristani y los abogados Juan Pablo Folino y Marcelo Martínez detallaron en su informe que la joven llegó a las entrevistas llorando y "al borde de su capacidad de tolerancia, formulándose preguntas que no puede responder. El dolor, el horror y los sentimientos intolerables de culpabilidad que le genera lo acontecido son la pauta no sólo de la veracidad de sus dichos sino de su necesidad de ser escuchada".

Los especialistas determinaron que su estructura de personalidad no se corresponde con una psicosis, aunque sí "los mecanismos de defensa que se pusieron en juego en el momento de hecho. Lo cual podríamos pensar como un trastorno mental transitorio o un episodio psicótico breve". Se trata de una perturbación pasajera, curable, que afecta la comprensión y la voluntad. "Entendemos que no habría comprendido la criminalidad de sus actos, así como tampoco se encontraron elementos que indicaran intencionalidad de dañar al bebé", plantearon. Por eso recomendaron que la chica no sufra reproche penal, además de sugerir que reciba asistencia terapéutica y que retome el contacto con su hija de 5 años, a quien no volvió a ver.

La chica fue detenida el 14 de junio pasado en su casa de Brown al 1000 de Arroyo Seco. Dos semanas antes unos cirujas habían encontrado en el basural el cuerpo de una beba recién nacida envuelto en sábanas y dentro de una bolsa. La autopsia determinó que la bebé murió por asfixia y que tenía un fuerte golpe en la cabeza.

Hasta ese día, la joven vivía con su hija de 5 años, sus padres y tres hermanos más chicos. Cuidó con esmero a su nena desde que su esposo se fue a vivir a Estados Unidos, cinco años atrás. El rechazo de la visa le impidió a Carolina ir a vivir con él. Desde entonces, hablaban seguido por teléfono y periódicamente él le enviaba dinero. Ella se ocupaba de las tareas de la casa.

Casi no salía "por temor a conocer a alguien": "Siempre quise dar el ejemplo en mi casa. Siempre estuve al lado de mi mamá, ella se apoyaba en mí. Yo era la que siempre ayudaba a todos. Tenía que hacerme cargo de sus problemas y escucharlos", relató la chica, que prácticamente no tenía amigas. Desde hace dos años las conversaciones con su esposo se hicieron más espaciadas y esto la deprimió mucho.

En septiembre de 2005 realizó un viaje de turismo en colectivo junto con la tía de su pareja. En esa ocasión conoció a un hombre con quien mantuvo una relación muy breve, que interrumpió porque "la culpa y la vergüenza que sentía eran insoportables". Al poco tiempo advirtió que estaba embarazada, pero no fue al hospital ni habló del tema. Aún más deprimida, comenzó a pasar cada vez más tiempo encerrada en su habitación, comiendo chocolates o mirando televisión. "Vivía llorando", recordó.

Durante el embarazo, la joven pasaba días enteros en los que no sentía moverse al bebé. "Nunca sintió dolores de ningún tipo ni contracciones. Nunca se acostó pensando que tenía un bebé en la panza. Y cuando la bebé nació se sintió «deshinchada» y no como alguien que acaba de tener un bebé. Nunca pensó en el sexo o en un nombre para ese bebé, siendo que al momento de saber que estaba embarazada de su otra hija, supo desde un principio cómo se iba a llamar. El aborto nunca fue una opción para ella. Lo consideraba como algo inadmisible", describieron los profesionales.

La joven dormía en su habitación con su hija cuando la estremeció "un dolor muy fuerte debajo de la panza" que la asustó mucho. "Estaba como que no iba a nacer ningún bebé, no me daba cuenta. No era yo. El dolor me bloqueó. Sentía frío al bebé. Sólo recuerdo mucho frío y mi necesidad de quedarme tapada. Estaba como como tonta, en el aire, no pensaba en nada", narró. Así permaneció varias horas, con la criatura entre sus piernas.

Carolina no miró al bebé a la cara. Tampoco sabe cómo murió. "Nunca se cayó ni se golpeó", dijo. Ella cree que nació sin vida. No lo sintió llorar ni moverse. Y no puede recordar algunos momentos. Cuando reaccionó limpió el lugar, envolvió el cuerpito en trapos y arrojó la bolsa a la basura: "Me levanté sin dolor, a limpiar, como si limpiara algo normal. Como si juntara cosas, como si no supiera que había un bebé allí. Como si estuviera sacando la basura. No sabía lo que estaba pasando. Sentía que no era yo".
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Carolina está en la cárcel de mujeres desde el 16 de junio.

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