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domingo,
22 de
octubre de
2006 |
"Todavía conservo las llaves de aquel hogar"
"Tuvimos que dejar el departamento que habitábamos en Budapest con todas nuestras pertenencias, pero todavía conservo la llave de aquel hogar al que jamás regresamos", relata con contenida emoción Judit, una húngara que como otros miles se vio forzada a marchar al exilio luego de la frustrada revolución de 1956. Judit y su esposo Janos Szerdahelyi estaban recién casados en 1956 cuando debieron salir de Hungría para escapar del caos y la represión. "Cuando los rusos finalmente volvieron en noviembre del 56 con sus tanques, detuvieron a los jóvenes, a los activistas, los metieron en vagones y se los llevaron, tuve la sensación de que todo había terminado y decidimos escapar", cuenta Janos junto a su pareja. Como muchos otros, ellos buscaron refugio en Argentina. "Debido a la rebelión interna, mucha gente aprovechó para salir del país porque los controles se debilitaron en una frontera que hasta ese momento era impermeable, con alambres de púas y electrificados, zanjas con agua y guardias que tenían orden de disparar", agrega. "Hicimos el bolso con la ropa de cama y Juan llevó sus partituras porque sabía que podía ganarse la vida como pianista", señala a su vez Judit. Llegaron a un pueblo austríaco donde los recibieron "con hospitalidad" y finalmente viajaron en el barco "Corrientes" a la Argentina, donde Janos tenía algunos amigos que habían sido como él miembros de los boys scouts antes de la Segunda Guerra Mundial. "Aquella revolución significó la diáspora de mi familia", relata Judit con un intenso dolor que ya tiene de cincuenta años de edad.
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