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 domingo, 08 de octubre de 2006  
Guerra del estaño. Ola de críticas por la tardía reacción del gobierno a la crisis en el yacimiento de Huanuni
Morales rompió su alianza con el sector minero que causó la violencia
El presidente de Bolivia echó al ministro de Minería, representante de los trabajadores "cooperativistas"

La Paz. - El conflicto minero en Bolivia se superó provisionalmente con la ruptura entre el gobierno y el sector más numeroso de ese gremio. Mientras se sepultaban en el poblado de Huanuni a los 16 mineros muertos en los incidentes de jueves y viernes pasados, el presidente Evo Morales echó de su gabinete al ministro del sector Walter Villarroel, representante de los mineros "cooperativistas", causantes de los graves incidentes en Huanuni, y lo sustituyó por un sindicalista de los trabajadores del sector contrario, que son asalariados del Estado. En tanto, crecen las críticas al gobierno de Morales por su imprevisión en el manejo de la crisis.

La Federación Nacional de Cooperativistas Mineros (Fencomin) decidió romper la alianza política que mantenía con el partido oficialista MAS y criticó duramente al presidente Evo Morales por la destitución del ministro de Minería, Walter Villarroel, dirigente de ese sector. El presidente de Fencomin, Pascual Huarachi, dijo que los cooperativistas quedaron sorprendidos por la actitud del gobierno de alejar a Villarroel, quien fue reemplazado por el dirigente de los mineros estatales de Huanuni José Dalence.

Durante la ceremonia de asunción del nuevo titular de Minería, Morales criticó duramente a Villarroel. "Lamento mucho que mis colaboradores en este rubro no me cooperaron como yo pensaba. Por experiencia sé que cuando uno es dirigente, es dirigente de todos y no de un sindicato", manifestó el presidente. El jefe de Estado rompió el silencio que había guardado desde que comenzó el conflicto, para anunciar el reemplazo del ministro. Pero solamente utilizó dos líneas de su discurso para referirse a las víctimas de los enfrentamientos. "A nombre mío, del pueblo y del gobierno, deseo expresar nuestras condolencias a todas las familias que perdieron a sus seres queridos en este enfrentamiento", señaló.

Morales denunció que "en Bolivia hay una conspiración interna y externa a la democracia, a mi gobierno" y lamentó que los mineros se hayan convertido "en un instrumento de los neoliberales". El presidente sin embargo reconoció el pobre manejo de la crisis por su gobierno, al pedir "comprensión" hacia la "inexperiencia" de su gestión.

Lo cierto es que el gobierno sumó un nuevo frente de conflicto, el minero, a los otros varios que ya tiene, al mismo tiempo que produjo indignación su tardía reacción para desactivar el conflicto en la mina de Huanuni, con el conocido saldo de 16 muertos y 81 heridos según cifras oficiales (el viernes se habló, incluso desde el mismo gobierno, de 21 muertos).

La molestia creció cuando la ministra de Gobierno, Alicia Muñoz, declaró que la "pacificación" alcanzada el viernes en Huanuni, a 280 kilómetros al sureste de La Paz, fue obra del Ejecutivo, pese a que dirigentes locales destacaron el papel central del obispo de Oruro, Cristóbal Bialasik. Periodistas de la agencia Associated Press en Huanuni acreditaron el rol decisivo del obispo para que ambas partes firmaran una frágil tregua el viernes.

Peor aún, según dirigentes mineros, el vicepresidente Alvaro García Linera, una figura cada vez más gravitante en el gobierno, habría respondido que no enviaría al ejército a Huanuni, sino ataúdes. "Cuando le preguntamos qué haría si algo ocurriese con nosotros, nos dijo que enviaría los cajones", afirmó el dirigente Pedro Montes, representante de los mineros sindicalizados que trabajan para el Estado, según el diario Folha do Sao Paulo.


El movimiento cooperativista
El atípico fenómeno del cooperativismo minero -trabajadores independientes reunidos en cooperativas- data en Bolivia de 1930, recordaba ayer el diario La Razón. "Pero es en octubre de 2003 cuando este sector cobra notoriedad tras las movilizaciones que realiza en apoyo a las organizaciones sociales de la ciudad de El Alto, que demandaban la renuncia del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada", relata el diario paceño. Tras la renuncia de Sánchez de Lozada y haber ganado protagonismo, los cooperativistas dieron su apoyo al presidente Carlos Mesa, "a quien arrancaron varios acuerdos para el fortalecimiento del sector". En mayo y junio de 2004, "y aprovechando la pasividad del Poder Ejecutivo", tomaron las minas de Caracoles y Colquiri, desalojando a los mineros estatales y sus familias, quienes se declararon en huelga de hambre en las puertas de la Comibol, la empresa minera estatal. Esta semana pretendieron hacer lo mismo con la mina de Huanuni, la mayor reserva de estaño de Bolivia. Durante la gestión del presidente interino Eduardo Rodríguez, los cooperativistas consiguieron que la Comibol traspasara al Fondo Minero 10 millones de dólares en cinco años, bajo la figura de fondo perdido. Posteriormente brindaron su apoyo al MAS y a Morales, a cambio del Ministerio de Minería, que hasta el viernes a la noche ocupaba su referente Villarroel. Los cooperativistas representarían algo así como el 80% de los trabajadores mineros de Bolivia. Y ahora son enemigos del gobierno de Morales.
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Ayer se sucedían los funerales en la población minera de Huanuni.



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