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domingo,
08 de
octubre de
2006 |
Calles violentas. Una solución parcial que aún deja dudas entre los rosarinos
Taxis: más interrogantes que seguridad
El sistema de corredores vigilados abre un nuevo dilema: su éxito o fracaso y su permanencia en el tiempo
Pablo R. Procopio / La Capital
La semana que hoy culmina volvió a tener protagonistas casi únicos en materia de información local: los taxis. Por el grado de sensibilización que el tema genera en casi todas las capas de la sociedad, el paro que los choferes impulsaron durante gran parte de los últimos siete días logró hacer oscilar de extremo a extremo el mercurio del termómetro de la ciudad. Y, después de la tensión, la solución parcial que acordaron las partes trajo un poco de alivio. Pero sólo eso, porque todavía queda mucho por resolver.
Hace exactamente una semana, La Capital publicaba el título: "No habrá taxis". La huelga, desatada el día anterior, no se frenaría hasta la mañana del jueves y se convertiría en el único modo de presionar ante el pedido por más seguridad.
Las primeras horas del sábado 30 de septiembre fueron el marco de tres robos a taxistas; tres situaciones que sirvieron para rebasar el vaso de la tolerancia que hasta el momento habían alcanzado los conductores.
Después, entrada la semana, funcionarios y tacheros encontraron el consenso a partir de la incorporación de los corredores seguros; operativos nocturnos en calles y avenidas clave que cuentan con vigilancia especial, y por las que deberían transitar (no es obligación) los choferes para dirigirse al destino que el pasajero solicite.
De esta manera, la policía se comprometió a involucrar diariamente, de 22 a 6, a unos 160 efectivos. Sin embargo, el personal no cumple horas extras, sino que forma parte de los habituales agentes de servicio a los que "se les modificó el horario para darle más auge a la noche", detalló a La Capital el subjefe de la Unidad Regional II, Ricardo Ruiz.
En rigor, la presencia de los móviles en los corredores o trazas "obedece al explícito pedido de los taxistas de querer ver a los patrulleros en las calles", añadió Ruiz al momento de explicar que "ya se venía trabajando con una fuerte presencia, sólo que, en vez de avenidas, las tareas se hacían en cuadrículas y en los perímetros de las villas".
Por eso, las autoridades policiales reconocieron que aun con la nueva modalidad de control "no podrá evitarse por completo que pase algo".
En definitiva, el sistema no deja de abrir interrogantes ligados a su éxito o fracaso, por un lado, y a su permanencia sostenida en el tiempo, por el otro.
Desde la Municipalidad, la rivalidad -que tiene sabor a campaña- con el gobierno provincial generó declaraciones que no pasaron desapercibidas. Tanto el intendente Miguel Lifschitz, como la secretaria de Servicios Públicos, Clara García, dijeron: "Todavía hay que definir un sistema de seguridad a bordo de las unidades, pero lo más importante es la presencia policial".
¿Podrá entonces garantizarse ese modelo? Convertida en la pregunta del millón, son los taxistas quienes no dejan de hacérsela. Y, precisamente, la honestidad brutal de los responsables de la seguridad, es la que abre el interrogante. Ellos mismos reconocieron que todavía falta para que los policías que prometió el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, empiecen a patrullar las calles. La primera tanda todavía no terminó el curso respectivo.
Por el momento, mientras continúen las discusiones sobre los infinitos métodos internos de seguridad, la erradicación definitiva del dinero a bordo, los incumplimientos de los choferes en torno a las frecuencias obligatorias y los horarios, y la veracidad de algunos dudosos hechos de violencia, habrá que ir por las trazas vigiladas; corredores custodiados que ya cosechan algunas críticas y que incluso encontraron la oposición de varios pasajeros quienes se negaron a que las unidades los transiten. Un nuevo dilema para los tacheros.
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