Inamovible. Suboficial denunciado por ataques casi vejatorios contra adolescentes fue detenido por delito previo

Un policía con condena por apremios siguió trabajando y cayó por lo mismo

Tenía pena e inhabilitación confirmadas hace 11 meses, por golpear a chicos de 12 y 15 años en Pérez. Continuó en funciones y ayer quedó otra vez preso por castigo en la comisaría 11ª contra varios jóvenes, en junio pasado

Ariel Etcheverry / La Capital

Un policía rosarino fue condenado hace menos de un año por un caso gravísimo de apremios ilegales contra dos chicos detenidos en una seccional. La sentencia le imponía cuatro años de inhabilitación para trabajar y por eso no debía estar en funciones. Pero no solamente siguió trabajando, sino que volvió a ser imputado por el mismo delito y ayer quedó preso nuevamente: ahora está sospechado de golpear y someter a vejámenes rayanos con el abuso sexual a un grupo de chicos a los que llevaron a la seccional 11ª a principios de junio, señalados entonces como presuntos autores de la agresión contra un uniformado en un colectivo.

El policía cuestionado es el cabo Antonio Rafael Flores, quien fuera condenado en septiembre de 2005 por la Cámara Penal a dos años de prisión condicional y cuatro de inhabilitación para trabajar por golpear a dos menores de 12 y 15 años para obligarlos a confesar un robo cuando trabajaba en el Comando Radioeléctrico de Pérez. El robo que le atribuían, se probó después según fuentes judiciales, no había existido.

Flores será indagado hoy por el juez penal de Instrucción Nº8, Juan José Pazos, quien investiga las graves denuncias realizadas en junio por una veintena de jóvenes detenidos en su momento como los presuntos agresores de un policía en zona sur. Por ese hecho y con la misma acusación, también estarán ante el juez tres policías que deberán responder por la misma acusación. Todos trabajan en el Comando Radioeléctrico.

El jueves pasado, por pedido del magistrado, 14 uniformados desfilaron ante la Dirección de Asuntos Internos para declarar sobre ese episodio. Después de evaluar cada uno de los testimonios, Pazos pidió la detención de Flores y la comparecencia de otros tres policías, todos del Comando Radioeléctrico.

El episodio que se investiga ocurrió la madrugada del 11 de junio pasado. Unos jóvenes salían de un cumpleaños en avenida del Rosario y Lituania y abordaron un colectivo 142. El incidente comenzó cuando un grupo no determinado intentó viajar sin pagar. Entonces se produjo una reyerta al pie del colectivo, incidente que fue observado por el agente Ramón Ojeda, quien estaba de civil y en compañía de unos amigos.

Según fuentes policiales, Ojeda se identificó como policía y subió al ómnibus para poner fin al conflicto. Pero el agente recibió una golpiza feroz que le causó heridas graves y luego le robaron el arma. Todo terminó con los agresores huyendo y con el colectivo siguiendo viaje hacia Villa Gobernador Gálvez. Poco después, efectivos del Comando Radioeléctrico detuvieron a 21 jóvenes, 16 de ellos menores, y además recuperaron el arma.

Los jóvenes detenidos fueron alojados en la seccional 11ª. En esa dependencia, según denunciaron, ocurrieron los apremios y abusos de autoridad. Golpes, gritos y vejámenes rayanos con el abuso sexual fueron los delitos que denunciaron al día siguiente en los Tribunales provinciales. Posteriormente, el juez Pazos dictó falta de mérito para los únicos tres sospechosos demorados por la agresión de Ojeda.

Funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia sostuvieron siempre dos cosas: que el relato de los chicos sobre lo ocurrido en la 11ª era verosímil. Y que este grupo de chicos, aunque estuvo en el colectivo, no era el que protagonizó la agresión contra el policía Ojeda, que fue brutal.

El cabo Flores es el primer uniformado acusado formalmente por los apremios en la 11ª. Ese delito en principio es excarcelable, pero Flores quedó preso porque tiene una condena por esa misma imputación. Lo más llamativo es que a pesar del pronunciamiento judicial, el empleado seguía trabajando. Flores fue sentenciado el 24 de noviembre de 2004 por el juez de Sentencia Antonio Ramos a dos años de prisión condicional e inhabilitación por cuatro años para ejercer como policía.

El fallo fue apelado por el defensor, pero luego la sala IV de la Cámara Penal lo ratificó con elocuentes términos. "Fue el principal responsable de un inexplicable castigo aplicado a dos niños de corta edad", argumentaron entonces los camaristas Guillermo Fierro, Rubén Jukic y Antonio Paolicelli.

El caso juzgado se había iniciado el 7 de abril de 2000 en las instalaciones del Comando Radioeléctrico de Pérez. A las 16 de ese día Flores y una colega apresaron a Isaías David Avalos y Claudio Fabián Espinoza, que tenían por entonces 12 y 15 años. Esa tarde, los adolescentes habían ido a cazar pajaritos cerca del puente ferroviario conocido como La Virginia, entre Rosario y Pérez, a la altura de la ruta nacional 33.

Un rato más tarde fueron a una estación de servicios ubicada cerca de allí para hacer dedo y volver a sus casas de Rosario. Estaban en ese comercio cuando llegó un patrullero. Los policías preguntaron qué estaban haciendo y los revisaron. Como uno de los pibes llevaba una soga atada a la cintura, los acusaron de tener intención de robar un caballo. De allí los condujeron a la sede del Comando, donde les propinaron golpes e insultos.

A uno llegaron a arrinconarlo contra la pared y le apretaron el cuello con la soga. La finalidad de la golpiza era hacerlos confesar el robo de una bicicleta. Tiempo después se estableció que el delito no había existido.

Los chicos que denunciaron haber sufrido tormentos por parte de policías de la 11ª.