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 domingo, 25 de junio de 2006  
Entretelones de una charla "histórica" con Alfonsín

"Semana Santa, el primer levantamiento, se produce porque la conducción del Ejército no asumía la responsabilidad, porque se hacían los zonzos los superiores mientras iban a declarar los subalternos", apunta el entonces capitán Gustavo Breide Obeid.

Continúa el relato: "Héctor Ríos Ereñú, por ejemplo, jefe de estado mayor del presidente Alfonsín, había sido comandante en Tucumán. El general Alais, comandante del II Cuerpo en Rosario, marchaba contra los carapintadas y resulta que ahora está preso por los derechos humanos".

Luego hace un mapeo de la situación y admite que estaban "indignados por la forma que los superiores transmitían la situación al gobierno. Por eso en Semana Santa no pudieron reprimir; las tropas de Alais no llegaban nunca".


Detrás de escena
"El último que habló con el doctor Alfonsín en Semana Santa fui yo", recuerda. "Habíamos ido Rico, Venturino, Martínez Suviría y yo. Sale Rico y dice: «No conseguimos nada». ¿Cómo? ¿Y en qué quedaste? «Tengo media hora para contestar». Voy, golpeo la puerta y le digo al edecán que quiero hablar con el presidente. Por eso en el libro que escribe con Pablo Giussani, Alfonsín dice: «Hubo un capitán que me sensibilizó cuando me dijo que había peleado en Malvinas, Gustavo Breide Obeid». A Alfonsín le conté los motivos y que estábamos cansados del ataque cultural tan grande".


El logro carapintada
Según Breide, cuando termina el alzamiento, Rico va preso a la escuela Lemos y él junto a sus compañeros, detenidos en sus casas. "Un día me llevan a la Casa de Gobierno y me muestran la ley de obediencia debida. Soy el primer oficial en actividad que la lee: estaban Nicolás Becerra, Enrique Nosiglia y el hijo de Borrás. El instrumento lo tenían listo, no lo sacamos los carapintadas por presión. Me lo dijeron ellos: «Este documento iba a salir, como había salido el punto final antes del levantamiento». Los jóvenes de hoy creen que la obediencia debida la conseguimos los carapintadas. Para nada. La pedía a gritos Alfonsín, que había decidido que había que parar el tema", concluyó.
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