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 domingo, 25 de junio de 2006  
Empresarios advierten sobre los límites del auge del sector
El negocio del buen comer: del crecimiento a la saturación
Los especialistas recomiendan sumar innovación para evitar caer en fórmulas repetitivas que atenten contra el rubro

Jorgelina Hiba

Es innegable que los restaurantes y bares de Rosario disfrutan de buenos tiempos. En el centro y en los barrios con mayor movida gastronómica abren locales nuevos casi todas las semanas y reservar mesa para ir a comer afuera se volvió una costumbre obligatoria. Los empresarios del sector agradecen la buena racha y no se quejan, pero saben que el crecimiento no será eterno y empiezan a hablar de un mercado saturado donde no habrá lugar para todos.

A pesar de las nuevas propuestas que aparecieron en los últimos meses, son varias las voces que empiezan a advertir sobre los límites de un negocio que tiende a repetir los formatos de moda y al que todavía le cuesta la innovación.

La transformación de la ciudad no es novedad y ya forma parte de la vida cotidiana de rosarinos y visitantes.

El boom sojero y los buenos números de las cuentas nacionales empujaron el consumo de servicios en la ciudad y dentro de esa expansión, la gastronomía aportó lo suyo.

Alcanza con una recorrida visual por los bulevares, el Centro, la Costa y Pichincha para darse cuenta de la amplitud de este fenómeno. Nuevos emprendimientos, impensados hace algún tiempo atrás, empiezan a hacerse un lugar a base de esfuerzo y audacia.

Sebastián Nuñez es el dueño de VQV (Verde que te quiero Verde), un restó que adhiere a la tendencia mundial de life-food y que no para de sumar adeptos. "Nos costó instalar el concepto de comida sana, pero de a poco nos acomodamos. Por suerte existe un deseo en el empresariado local de mejorar, y eso se nota", acotó.

VQV es uno más de las decenas de locales que abrieron sus puertas en los últimos seis meses. Esta ola de inversiones en el rubro también repercutió en la creación de empleo.

Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en enero de este año se crearon 5.900 puestos de trabajo en Rosario, el doble que hace dos años atrás. De ese total, un 9 por ciento corresponde al sector gastronómico.

En ese sentido avanza Rodrigo Pastor, vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Rosario, cuando afirma que su sector "fue uno de los motores de la recuperación económica del país".

En la ciudad, además, aparecieron los turistas. Todavía suena raro para los residentes de larga data, pero desde hace rato no paran de llegar porteños, cordobeses, entrerrianos y una cantidad nada despreciable de auténticos extranjeros con guía de viaje y botella de agua mineral en mano. A todos los seduce el río, la cartelera cultural y los centenares de restaurantes y bares que copan las esquinas. "Todos los visitantes que pasan por nuestras oficinas elogian la cantidad y la calidad de nuestra oferta a la hora de comer afuera", explicó Adriana Giromini, directora técnica del Ente Turístico Rosario (Etur).

"Dentro de esta oferta se destaca el pescado de río, que tiene muy buena prensa por ejemplo en Capital Federal", explicó la funcionaria, abonando -tal vez sin querer- esa vieja idea de que a los locales todavía les cuesta animarse a una boga, un sábalo o un dorado a la parrilla.

Pero a pesar de los números y de las apariencias, son varias las voces que coinciden en señalar que el actual auge de aperturas puede llevar a una saturación del mercado local en poco tiempo.


Luces amarillas
Para Eduardo Remolins, economista que sigue de cerca los circuitos comerciales rosarinos, hay que evitar caer en el efecto "cancha de paddle".

Según el economista "hay que tener cuidado en no repetir formatos y atiborrar el mercado. Hoy vemos mucho lounge, y eso es lindo pero dejó de ser original. Creo que hay grandes posibilidades apenas exploradas, como los locales temáticos o de comidas étnicas. En esos aspectos al consumidor rosarino y al turista le siguen faltando buenas opciones", dijo.

En tanto, Pastor también eligió cierta precaución a la hora de hablar sobre el tema. "De afuera el negocio parece tentador porque se ve todo lleno y entonces los inversores aparecen. No nos podemos quejar porque hay nuevas propuestas muy buenas, pero tampoco podemos hablar de un boom. Muchos abren, pero también hay muchos que al poco tiempo cierran", dijo y reconoció que "es innegable que hay crecimiento, pero también hay que decir que algunos ocupan el lugar que otros dejaron".

Otro que se sumó a la teoría de la saturación es Andrés Escauriza, dueño del restaurant que lleva su nombre especializado en pescado de río que funciona en el extremo norte de la ciudad. "Puede haber una saturación, o tal vez lo que una sobredimensión de la oferta", arrancó el empresario, para quien en todo caso "el mercado se irá decantando sólo" y quedarán "aquellos que ofrezcan una buena combinación de precios y calidad".
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El crecimiento del sector impulsó la creación de puestos de trabajo en la ciudad.

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