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 domingo, 02 de octubre de 2005  
Cambios en la Justicia. La caída de Boggiano provocó el derrumbe de la mayoría automática menemista
Apogeo y fin de la Corte adicta
Con la renuncia de Nazareno en el 2003 se inició un frenético proceso de renovación del Tribunal

Jorge Kaplán / La Capital

La destitución de Antonio Boggiano como juez del máximo tribunal marca la salida del alto tribunal del último integrante de la llamada "mayoría automática" que definía las votaciones en favor de los intereses del gobierno menemista, que le valió el mote de "Corte adicta".

La salida de Boggiano significa el cierre de la embestida contra este grupo que se iniciara a partir de la asunción a la Presidencia de Néstor Kirchner, y que desde 2003 a la fecha se cobrara las renuncias de Julio Nazareno, Guillermo López y Adolfo Vázquez, y la destitución también de Eduardo Moliné O'Connor.

Con la llegada a la Casa Rosada de Eduardo Duhalde, tras el derrumbe del gobierno de Fernando de la Rúa, comenzaron los pedidos de juicio político contra miembros de la Corte, una movida que luego el propio justicialismo se encargó de desmontar al acordar los criterios respecto de la pesificación y el corralón financiero.

Sin embargo, con el arribo de Néstor Kirchner al poder el 25 de mayo de 2005, los vientos de renovación empezaron a soplar nuevamente. El 4 de junio de 2003, el presidente reclamó al Congreso la "renovación de la Corte", y a partir de ese momento se empezó a mover nuevamente la maquinaria del juicio político.

El primero en irse fue Julio Nazareno quien renunció el 27 de junio de 2003 acorralado por 22 causas en su contra. El siguiente juicio impulsado fue contra Eduardo Moliné O'Connor, quien en octubre de 2003 fue suspendido, para ser finalmente destituido el 3 de diciembre de 2003. En tanto, en octubre de 2003 renunció Guillermo López, quien en mayo de 2004 fallece a causa de una enfermedad terminal.

Adolfo Vázquez renunció a su cargo en septiembre de 2004, tras denunciar que era "víctima de la izquierda setentista", la denuncia de un supuesto atentado en su contra y un fallido pedido de asilo político a Uruguay.

Finalmente, el Senado votó el miércoles pasado por la destitución de Antonio Boggiano, luego de una serie de coqueteos de parte del Poder Ejecutivo, a punto tal que antes de ser desplazado denunció que el canciller Rafael Bielsa le había transmitido el aval del gobierno.


Las nuevas caras
Hacia el fin del gobierno de Fernando de la Rúa, quien junto a Arturo Illia fueron los únicos presidentes que no introdujeron cambios en la Corte, el alto tribunal estaba compuesto por: Nazareno, Moliné, Boggiano, Vázquez, López (caracterizados como "mayoría automática"), Enrique Petracchi, Augusto Belluscio y Carlos Fayt (que venían desde el gobierno de Raúl Alfonsín), y Gustavo Bossert.

Después de los pedidos de juicio político y su posterior marcha atrás en 2002, Bossert renunció a su cargo en octubre, y la vacante fue cubierta por Juan Carlos Maqueda en diciembre de 2002, bajo la gestión de Duhalde. Maqueda era el presidente provisional del Senado y dirigente de origen delasotista.

Con la renuncia de Nazareno, el lugar fue cubierto por Eugenio Zaffaroni, quien fue designado por el Senado en octubre de 2003.

Con la renuncia de López y la destitución de Moliné, esos dos puestos fueron cubiertos por Elena Highton de Nolasco, designada en junio de 2004, y por Carmen Argibay que asumió en febrero de este año varios meses después de su designación a causa de sus funciones en la Corte Penal Internacional.

En tanto, la renuncia de Vázquez dio lugar a la entrada del rafaelino Ricardo Lorenzetti, quien fue designado en diciembre pasado.

El 7 de junio renunció Augusto Belluscio, que ocupaba su cargo desde 1983, al cumplir 75 años de edad. Esta vacante, junto a la que dejó Boggiano, abre la posibilidad de dos nuevas designaciones para completar las nueve sillas.

También da paso a la posibilidad de hacer realidad la intención insinuada por algunos integrantes del gobierno nacional de reducir la Corte a siete miembros, sin más traumas. Sin embargo, Kirchner es reacio a esta opción.
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Julio Nazareno se convirtió en un ícono de las relaciones peligrosas con el poder político.

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