Al compás del poder de turno

Los cambios que sufrió el máximo organismo del Poder Judicial a lo largo de la historia argentina muestra que el principio republicano de la independencia de los poderes ha sido tan vapuleado como el respeto a las libertades públicas. Esto ha sido así, ya sea por la manipulación a través del número de integrantes, la opción preferida por los gobiernos constitucionales, o el descabezamiento directo y por decreto, una técnica más afín a los ánimos de las dictaduras militares. Coincidentemente, la vía constitucional del juicio político fue utilizada sólo dos ves: durante la primera presidencia de Juan Perón, y ahora con Néstor Kirchner.

Haciendo un poco de historia, la Constitución de 1819 establecía que la Corte debía tener siete miembros, pero la de 1826 ya proponía nueve. La Carta Magna de 1853 estableció siete miembros más dos fiscales, y así se apartó en este punto de la Constitución de Estados Unidos, que no determina el número de integrantes.

La Corte se constituye por primera vez en 1863 por una ley del gobierno de Bartolomé Mitre, y con cinco miembros, y le ofreció la presidencia del tribunal a su enemigo político Valentín Alsina, quien a pesar de ser designado renuncia al cargo.

En 1947, se realizó el primer juicio político impulsado por el gobierno de Perón que desplazó a cuatro miembros, el único caso registrado hasta las destituciones de este tiempo por esa vía legal.

En 1960, bajo la presidencia de Arturo Frondizi, la Corte elevó el número de integrantes a siete. En 1964, Arturo Illia propuso sin éxito subir a 11 los integrantes.

Tras el golpe de 1966, el dictador Juan Carlos Onganía bajó el número de miembros a cinco, una cantidad que no fue modificada luego por el gobierno constitucional de Héctor Cámpora, que asumió en 1973. Raúl Alfonsín, en 1987, también planteó una ampliación, pero no tuvo eco.

El gran salto se dio cuando Carlos Menem elevó a nueve el número de miembros. La norma fue aprobada en la noche del 5 de abril de 1990.