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 domingo, 02 de octubre de 2005  
Cambios en la Justicia. Falú dice que el gobierno lo aisló por el caso Boggiano
"Pagué un precio demasiado alto y fui desplazado del proyecto de Kirchner"
El diputado tucumano presidió la comisión en Diputados y fue protagonista principal para depurar la Corte Suprema

Rodolfo Montes / La Capital

El hombre clave en la histórica destitución de los cinco jueces de la Corte Suprema de la Nación, el diputado tucumano Ricardo Falú, habló en exclusiva con La Capital en el epílogo de una tarea que lo tuvo como protagonista central durante cuatro años. Encabezó la acusación desde la presidencia de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados de la Nación de los ministros de la Corte Salvador Nazareno, Guillermo López, Adolfo Vázquez (que renunciaron antes de la destitución), y Eduardo Moliné O'Connor y Antonio Boggiano, que fueron destituidos.

Respecto del último juez desplazado de la "mayoría automática" del menemismo, Falú cree que "todo ese cacareo de Boggiano, la Corte Interamericana, y la supuesta lucha por recuperar su lugar en la Corte son flor de un día. La decisión del Senado es total y absolutamente irreversible". Boggiano, además, no podrá vivir de ningún puesto público, porque fue inhabilitado de por vida. "Me pregunto si Boggiano necesitará volver a trabajar", disparó, irónico, el tucumano Falú.

-¿Se siente exultante?

-No estoy exultante, es una descripción exagerada que hizo algún medio. Nos dimos un apretón de manos con el diputado Damiani, que estaba a mi lado, y nada más, en el momento que el Senado votó la destitución Boggiano, y nada más. En la faz pública, me quedo con la sensación del deber cumplido, sólo eso. En lo privado, es el epílogo de una larguísima lucha política que duró 1.500 días, desde enero de 2002 hasta ahora. Fueron más de cuatro años de un gran desasosiego, lejos de mi familia, impulsando una tarea -destituir cinco jueces de la Corte Suprema de la Nación- que no se presentó como gratificante. Como hombre de derecho hubiera preferido sentirme orgulloso de los jueces que tenemos los argentinos y dedicarme a impulsar otro tipo de leyes.

-¿Sintió que le tocó impulsar una tarea ingrata?

-Sentí cómo se iban creando tensiones, y también enemigos. Fue una tarea ingrata.

-Durante estos cuatro años hubo momentos de fuerte impulso, desde la Casa Rosada, a la Comisión de Acusación que usted presidió, pero también lo dejaron solo, e incluso lo combatieron. ¿Cuál es el balance?

-Hubo de todo. Al principio, con (Eduardo) Duhalde vivimos un gran impulso. Recordemos que el ex presidente los trató de "chantajistas" a los cinco jueces -incluido Boggiano, que era dolarizador y luego se convirtió en pesificador- porque pretendían redolarizar la economía. Todo eso se daba al compás del «que se vayan todos», que naturalmente incluía a estos jueces. Después viene la contramarcha política, y se archiva en Diputados la acusación a estos cinco jueces, una frustración.

-Con Kirchner en la Rosada vuelve el impulso a los juicios, aunque en la última etapa se debilita el apoyo político y usted queda aislado. ¿Qué fue lo que pasó?

-El apoyo del Ejecutivo a los juicios fue muy sólido en los casos de Nazareno, López y Moliné O'Connor. Ya en el caso de Vázquez la decisión política empezó a trastabillar y debimos empezar a trabajar con mucha muñeca política los apoyos, los consensos. Los sectores políticos contrarios al juicio ya se manifestaron para entonces claramente en el Congreso, ya sea dentro y fuera del justicialismo.

-El trámite en el caso Vázquez se hizo largo, y aparecieron las resistencias políticas. Sacar los dictámenes contra Boggiano tampoco fue fácil, y menos llevar el tema al recinto.

-Con Boggiano pasó que el estado de opinión pública se había debilitado un poco respecto de la necesidad de renovación de la Corte. Empezó a instalarse algo así como "la Corte ya se renovó, para qué seguir destituyendo jueces". Tal vez por ignorancia, algunos empezaron a creer que ya no era un tema urgente renovar a la Corte Suprema. Sin embargo, nosotros siempre tuvimos claro que la renovación debía ser pura, y que no había que dejar a ningún juez que se hubiera inclinado ante otros intereses que no fueran los de la ley. Boggiano era un fiel representante del antijuez.

-Si los cargos que investigó la comisión de Juicio Político están debidamente acreditados y fueron respaldados de manera contundente por ambas cámaras, ¿por qué cree que el Poder Ejecutivo no tuvo una posición clara respecto de la culpabilidad de Boggiano?

-Mi tesitura, al menos por un tiempo, será profundizar el esclarecimiento del caso Meller, que es el núcleo de la mayoría de los cargos que hicieron posible la destitución de Boggiano.

-¿Aspira a expandir el tema y mantenerlo en debate?

-Mire, la destitución formal de Boggiano ya está firme, y es irreversible, pero la sociedad se merece experimentar vivencialmente las causas de la destitución, conocerlas y compartirlas. La gente debe saber, por ejemplo, que fue inhabilitado para ejercer un cargo público de por vida -que no ocurrió con Moliné O'Connor-, porque votó primero de un modo y luego votó al revés. Y eso es gravísimo.

-Usted mantuvo tenacidad en la investigación y prácticamente se terminó cargando a cinco jueces de la Corte Suprema. Sin embargo, ahora terminó casi en soledad, aislado por su propio partido, y después del 10 de diciembre se irá a su casa, porque ni siquiera su nombre entró en una boleta electoral para renovar su cargo en el Congreso. ¿Cómo se entiende?

-Me dicen a menudo que pagué un precio demasiado alto por mi coherencia. Pero yo podría estar en el Congreso nuevamente cuando lo desee, por mis propios medios, sin ningún padrinazgo. Por suerte tengo una altísima opinión favorable de los tucumanos. Pero esta Cámara de Diputados no me contiene.

-Pero más allá de su decisión, usted fue marginado por el kirchnerismo.

- Es verdad, fui desplazado del proyecto del presidente Kirchner, y eso me perturba espiritualmente porque es un proyecto en el que yo creo. Y me hubiera gustado seguir participando para cambiar más cosas de la Argentina, pero no me dejaron.

-¿No compartió los "códigos" de la política?

-Por suerte no compartí códigos internos, ni formé parte de un sistema. Yo no juré por los defender ningún "código" corporativo, yo juré por la Constitución Nacional. No soy un vicioso de la política ni un obstinado del poder.
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