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 miércoles, 20 de abril de 2005  
El sucesor
Ratzinger, Benedicto XVI
El 265º Pontífice en la historia de la Iglesia Católica fue electo luego de la cuarta votación de los cardenales

El polémico cardenal alemán Joseph Ratzinger, un estricto defensor de la ortodoxia católica durante los últimos 23 años, fue elegido sucesor del Papa Juan Pablo II para dirigir a los 1.100 millones de fieles de la Iglesia Católica. Asumió con el nombre de Benedicto XVI. Ratzinger, de 78 años, fue designado Sumo Pontífice a pesar de los extendidos rumores de que es demasiado anciano y que generó divisiones profundas entre los cardenales para ganar la elección.

Alrededor de las 18, hora italiana, una tímida columna de humo blanco comenzó a salir del tejado de la Capilla Sixtina. Después de algunos minutos de duda, una ovación se levantó de la plaza de San Pedro, y poco después las campanas comenzaron a tañer, ratificando que, luego de cuatro votaciones y al segundo día, el cónclave había elegido nuevo Papa.

El cardenal chileno Jorge Medina apareció en el balcón principal de la basílica de San Pedro para pronunciar la famosa frase "Habemus Papam" y anunciar el nombre de Ratzinger. Este nombre tuvo su efecto indisimulable sobre la multitud: una ovación algo tibia lo recibió, en contraste con las aclamaciones anteriores, provocadas por la fumata blanca y el anuncio de Medina.

El nuevo sucesor de Pedro, Santo Padre, el número 265 en la historia de la Iglesia Católica, asumió el nombre de Benedicto XVI y poco después de ser anunciada su elección apareció en el balcón principal de San Pedro, mostrando una amplia sonrisa. "Me entrego a sus plegarias", dijo Ratzinger, quien en su corta intervención también citó con admiración al difunto Juan Pablo II.

Ataviado con la vestimenta papal blanca y una capa roja corta, el Pontífice dio su primera bendición a la ciudad de Roma y al mundo, "Urbi et Orbi". La multitud agitó sombrillas, banderas y afiches para darle la bienvenida, mientras los cardenales lo flanquearon cuando salió al balcón y levantó sus brazos.

Sin embargo, muchos cronistas y manifestantes contrastaron la relativa frialdad del primer mensaje de Ratzinger con aquel mítico de Karol Wojtyla en 1978, cuando pidió a la multitud que lo corrigiera al hablar porque no dominaba el italiano. Y mientras Juan Pablo II bajó luego a la plaza a confundirse con la multitud, Benedicto XVI simplemente se retiró al interior del palacio pontificio.


Sentimientos opuestos
En la plaza de San Pedro este sentimiento ambivalente se exteriorizó rápidamente. "Es una voz clara y diáfana de la fe", dijo María Piscini, una italiana de 80 años. "Es impresionante. Es increíble", exclamó por su parte el estudiante alemán Ralf Geretshauser.

Pero no todos compartían este entusiasmo. Silvie Genthial, una francesa de 52 años, se quedó paralizada al enterarse de quién era el nuevo pontífice. Llorando, tomó su teléfono celular y dijo a alguien en francés "¡Es Ratzinger!" y colgó. Cuando se le preguntó qué opinaba, respondió que "todos estábamos esperando a un Papa distinto, a un Papa de América latina, y no a él, que es ultraconservador".

Los cardenales eligieron a Ratzinger en el segundo día del cónclave, a poco más de 24 horas de iniciado, y en el cuarto voto. Ratzinger, desde ayer Benedicto XVI, sucede a Juan Pablo II, quien falleció el 2 de abril.

Su elección indicó que los 115 cardenales electores desean mantener la estricta ortodoxia de la Iglesia y a la vez tener un papado corto tras los 26 años de Juan Pablo II, el tercero más largo de la historia.

Los cardenales que eligieron a Ratzinger sabían cuál era su reputación. Ninguno de ellos ha provocado opiniones tan intensas y ha sido sujeto de tantos debates como el cardenal alemán de 78 años de edad, quien desde 1981 fue mano derecha de Juan Pablo II como titular de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la moderna heredera de la Inquisición.

El domingo, en el último mensaje público de los príncipes de la Iglesia antes de recluirse en la Capilla Sixtina para votar, Ratzinger aprovechó la homilía de la misa que celebró para advertir a sus pares que lucharan contra "la dictadura del relativismo", en una reafirmación de la defensa de la ortodoxia. El discurso de Ratzinger, aún cardenal, insinuó una continuidad con la línea dura de Juan Pablo II en cuestiones doctrinarias, pero por otra parte no aludió a la audacia de éste en cuestiones sociales ni ecuménicas.

Debido a sus puntos de vista rígidos, se ganó apodos poco halagadores, como "Panzercardenal", "el Rottweiler de la Iglesia" y "Gran Inquisidor". "En realidad, sería difícil hallar una controversia en la Iglesia Católica en los últimos 20 años en que Ratzinger no estuvo involucrado de una u otra manera", escribió hace seis años John Allen, reportero de la publicación National Catholic Register.

Un punto oscuro que quedará para la historia es la -¿presunta?- división del colegio cardenalicio entre conservadores favorables a Ratzinger y moderados y progresistas, encolumnados al parecer detrás del italiano Carlo María Martini. Se suponía además que ambas candidaturas eran "simbólicas" o, como se dice en Italia "de bandera", es decir, para orientar el voto de los cardenales en futuras votaciones sobre los verdaderos "papables". En suma, Ratzinger y Martini eran, en el análisis previo, grandes electores, no verdaderos candidatos.

Sin tener aún datos sobre cómo transcurrió el cónclave, está claro que Ratzinger, quien actuaba en días previos con la ventaja de ser el "director" del encuentro -prohibió, por ejemplo, a los cardenales hacer declaraciones a la prensa bastante antes de internarse en la capilla Sixtina- logró hacer pesar su carácter de decano. Tampoco hay dudas de que la mayoría de los purpurados prefirió dar una señal fuerte de conservadurismo antes que de renovación. Martini resumió esta disyuntiva de la Iglesia con la metáfora de no tener miedo de salir a navegar en lugar de refugiarse en el puerto. Parece evidente que sus colegas prefirieron esta última alternativa.

Ratzinger es el cardenal más viejo en ser designado Papa desde Clemente XII, quien también tenía 78 años cuando se convirtió en Pontífice en 1730. Y es el primer Pontífice alemán desde Adrián VI (1522-1523).

La elección de su nombre papal como Benedicto XVI intrigó a mucho, porque el Papa Benedicto XV, quien reinó entre 1914 y 1922, repudió sutilmente la estricta ortodoxia del Vaticano practicada bajo su predecesor Pío X, destacó el ex diplomático del Vaticano John-Peter Pham.

Benedicto XV también intentó en vano poner fin a la Primera Guerra Mundial, abrió el Vaticano a la diplomacia internacional y envió tanta ayuda a Turquía que en Estambul le erigieron una estatua, dijo el ex diplomático. (AP, DPA y Reuters)
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Ratzinger, a poco de presentarse ante los fieles en la plaza.

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