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miércoles,
20 de
abril de
2005 |
Música y petardos
Todo el mundo estuvo fijando estos días su mirada en Roma, especialmente en la chimenea sobre la Capilla Sixtina, donde el cónclave de cardenales se ha empeñado en elegir un nuevo Pontífice para la Iglesia Católica. Pero más expectantes aún estuvieron los habitantes de la pequeña localidad alpina alemana de Marktl, cerca de la frontera con Austria, con lo que está aconteciendo en la Ciudad Eterna, porque uno de sus hijos dilectos, el cardenal Joseph Ratzinger, nacido allí hace 78 años, es ahora Benedicto XVI. Cuando se conoció el resultado de la elección papal y el dilecto hijo de la aldea fue designado para ocupar el trono de San Pedro, la gente irrumpió en gritos de júbilo vitoreando al nuevo Pontífice y la iglesia del pueblo echó campanas al vuelo. Se trata de la misma iglesia en la que Ratzinger fue bautizado el día de su nacimiento, un Sábado Santo hace 78 años. En el pueblo, la fiesta siguió con la banda de música y con los incontables estallidos de petardos, todo organizado por Uwe Gschwendtner, alcalde honorario y maestro de escuela, quien tomó todas las providencias para el caso de que Ratzinger fuera elegido.
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