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 miércoles, 17 de marzo de 2004

Reclaman excluir los gastos de infraestructura de las exigencias de superávit
Kirchner y Lula piden cambios al FMI para no ahogar el crecimiento
El presidente argentino dijo que para cambiar la relación con el Fondo hay que tener capacidad "transgresora"

Argentina y Brasil impulsarán juntos un cambio en las reglas de juego de las finanzas mundiales, y trabajarán aunadamente para que los esfuerzos y ajustes en materia fiscal que reclama el Fondo Monetario Internacional (FMI) no interfieran en el desarrollo de sus economías.

La decisión, calificada como "histórica" por los cancilleres de ambos países, fue plasmada en el "Acta de Copacabana" que firmaron ayer en Río de Janeiro los presidentes Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula Da Silva, después de varias semanas de negociaciones y a seis meses de que se vuelvan a discutir las metas fiscales que comprometieron los gobiernos ante el FMI.

"Para cambiar hay que tener capacidad transgresora, que nos dejen de alentar con fantasmas. Hay sectores del establishment que acostumbran a querer quebrarnos la mano y dicen que el cambio nunca se va a poder hacer, pero yo creo que el cambio se puede hacer con racionalidad, con responsabilidad, con buena administración y cuidando las cuentas fiscales, pero distribuyendo el ingreso", dijo Kirchner.

El mandatario agregó que "no podemos estar condenados toda la vida a las situaciones sociales que tenemos hoy", y evaluó que el mensaje del acuerdo con Brasil es que "no se puede seguir pidiendo más" a los países castigados por la crisis.

Ese mensaje se hizo oír justo el día en que se publicó un reportaje a la directora interina del FMI, Anne Krueger, quien adelantó que pedirá en septiembre próximo un esfuerzo fiscal adicional a la Argentina para 2005 y 2006.

Lula canceló el almuerzo con Kirchner y adelantó su regreso a Brasilia a raíz de las fuertes internas que cruzan su administración, castigada además por la oposición, que pidió ayer la renuncia del ministro de Economía, Antonio Palocci.

El presidente brasileño entró al hotel Copacabana por la puerta de atrás para evitar una manifestación de policías que le reclaman un aumento salarial. Lula firmó el acuerdo y se retiró sin efectuar declaraciones, luego de que su vocera desmintiera las versiones que hablaban de dificultades en la definición de la letra del texto.

En tanto, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, señaló que "una declaración de este tipo tiene que ser leída en todo el mundo, porque es muy contundente", y "lo que Argentina y Brasil han dicho es que más allá de que tenemos realidades en materia de deuda muy distintas, es absolutamente imperioso que encaren a partir de ciertas lógicas comunes el planteamiento de la deuda".

Sin embargo, los funcionarios de la administración Kirchner reconocen en privado que su principal arma de negociación será el eventual impacto de las deudas de ambos países en los balances del Fondo, en cuya cartera activa figura la Argentina como primer deudor en importancia y Brasil como tercero.


La batalla del superávit
"Lo que queremos es que las negociaciones tengan como elemento fundamental el crecimiento en las metas de superávit", dijo el canciller brasileño, Celso Amorim, cuyo gobierno atraviesa una dura crisis luego de que la economía cayó en 2003 un 0,2%, ahogada por el superávit del 4,25% del PBI que comprometió con el FMI.

Además de la urgencia coyuntural de la renegociación de las pautas fiscales en septiembre, los dos gobiernos buscarán introducir cambios de fondo en la manera de encarar la política fiscal. Pedirán, por ejemplo, que los gastos de infraestructura no se computen como gasto público a la hora de contabilizar el superávit. El cambio de criterio liberaría fondos para obras públicas por 1.400 millones de dólares, que representan el 1% del PBI argentino.

El canciller Rafael Bielsa adelantó que se realizará una nueva reunión dentro de 60 días, a la cual se invitará a los demás miembros del Mercosur -incluso a Chile y Bolivia- para redactar "una propuesta concreta" para elevar al organismo multilateral.

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Lula canceló el almuerzo con Kirchner por la crisis política que atravisa su gestión.

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